viernes, 20 de enero de 2012

MEGAUPLOAD, RIP

Al igual que entraron en Granada, Panamá, Afganistán o Irak, los americanos a los que tanto les gusta eso de tomarse la justicia según a ellos mismos les convenga, irrumpieron en la sede de Megaupload, que habrá que ver a los hombres de Harrelson encañonando cuanto peligroso informático armado de teclado y ratón se movía  por dicho lugar. Parece ser que se han adueñado del derecho a controlar todo aquello que se mueva por Internet y a decidir que es lo que no debe menearse más por la Red. Me pregunto si el siguiente paso será llevar a Guantánamo a todo aquel que se haya bajado una peli o una canción, si actuarán igualmente contra Youtube y juzgarán de manera sumarísima a todo aquel que haya osado ver un vídeo clip. De momento al creador de la página secuestrada ya lo han detenido. No soy un avezado experto en cuestiones relativas al mundo ciberespacial, aunque sí me gusta utilizarlo para lanzar al vuelo quejas, lamentos, cabreos o ideas para compartir con gente que conozco o que no. Así que dentro de mi desconocimiento entiendo que páginas como Megaupload ponen a disposición de los internautas una serie de contenido con la intención de que pueda ser compartido entre ellos. Regresando al mundo físico yo me pregunto si nos cerrarán también las bibliotecas puesto que en ellas podemos encontrar libros que podemos disfrutar sin necesidad de comprarlos. He escuchado a algunos defensores del cierre criticar precisamente el hecho de que se pudiera acceder a creaciones literarias o cinematográficas sin haber pasado por caja y que eso es lo que precisamente haría que el “negocio cultural” terminase por quebrar. Entiendo y defiendo que el trabajo, ya sea físico, ya sea intelectual debe ser remunerado con justicia y habrá que articular mecanismos para asegurar la continuidad del desarrollo de las actividades culturales del tipo que sean. Sin embargo el intervenir en mi derecho de compartir algo con alguien, me resulta más difícil de encajar. ¿Acaso es, o podría llegar a ser, ilegal el utilizar ropa prestada por otra persona? Al fin y al cabo estoy dejando de comprar prendas nuevas y con ello perjudico a la marca que a la ha fabricado y por tanto estaría favoreciendo al hundimiento del sector textil. Se escucha a esa misma gente arremetiendo contra los usuarios de estos sitios al tacharlos de inconscientes insolidarios.  Me gustaría que fueran igual de vehementes contra aquellos artistas que se forran en España y pagan sus impuestos más allá de las fronteras del reino. Es posible que, si consiguiésemos generalizar en la sociedad prácticas como el trueque, la permuta o el préstamo de cosas o tiempo, inventarían alguna excusa para prohibirlas por sediciosas y de esta manera seguir favoreciendo a las grandes empresas y fondos financieros que al fin y a la postre son los que dirigen los hilos de los actuales Estados. En definitiva, lo que me parece grave no es sólo el hecho de impedir compartir el contenido, sino que, en una época de grave crisis económica y social, que se vislumbra, de seguir de este modo, como antesala de un periodo de convulsa agitación social, es que se abra la veda al control y la censura de uno de los últimos reductos de la libertad de expresión que nos queda y, por supuesto, de castigar a quien quiera utilizar Internet como herramienta de lo que siempre ha sido: un cauce de información libre y abierta a todos.

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