Una vez que se confirmó la hecatombe del PSOE en las últimas Generales, la derecha pasó a ocupar la mayoría absoluta de las butacas del Congreso. Y con ello los aires de rancio conservadurismo volvieron a soplar por las avenidas, campos y mares de España. Hace un par de días, una de las nuevas Ministras nombradas por el Presidente de Gobierno ya ejerciente, (aunque algo ausente, en mi modesta opinión, ya que si corría tanta prisa por llegar al poder, pidiendo desde hace años elecciones anticipadas, atropellando en tropel junto con los jinetes del Apocalipsis, hoy apóstoles del Señor, a todo el que se les ponía por el camino, podían tener las medidas salvadoras algo más preparadas y no tenernos al borde del infarto, cual película de Hitchcock) Ana Mato, en un momento de desparpajo y desenvoltura verbal, hizo trizas el esfuerzo de muchas mujeres, y hombres, que también los hay, de tratar de desterrar la lacra de la violencia machista. Cuando se ocupan según qué puestos, uno debe saber lo que dice. Y si es así, esta señora sabe lo que dice. Cuando habla de “violencia en el ámbito doméstico”, a mí el pensamiento me retrotrae a aquellos tiempos en los que se hablaba de cosas como “crimen pasional”. La violencia de género es algo tan complejo en cuanto a intrincado en el subconsciente social al ser algo heredado de generación en generación, que los pequeños pasos que se hayan podido ir dando en favor de la concienciación y el castigo penal, y sobre todo social, que se pueda infringir a los vándalos que cometen semejantes atrocidades, deben de cuidarse sobremanera, evitando que se pueda caer en una marcha atrás de fatales consecuencias para toda la sociedad. Si la propia Ministra, que ha tenido la oportunidad de pedir perdón por su error, lo cual hubiera sido magnífico, al entenderse como humano, ningunea “la violencia de género”, qué vamos a pedir a las chicas de 16 que ven como normal que su novio no les deje llevar minifaldas cuando van sin ellos o les controlen sus llamadas y mensajes. Triste comienzo, señora Ministra.
Esto me lleva a reflexionar sobre la posibilidad de que los adalides de la moral sacrosanta cristina apostólica y romana que van a tener el poder absoluto al menos durante los próximos cuatro años (ojo, gracias a la mayoría de mis conciudadanos, electores de esta opción política, que, digo yo, no sabía que tanto pudiente, empresario o aristócrata había en este país, porque, serán estos los que le habrán votado, ¿no? ¿O habrá también de entre los que les voten currantes con contratos basura que esperan que estos se los hagan indefinidos y puedan pedir hipotecas en los bancos que gustosamente se la aceptarán? Pues igual también. ¡Vaya usted a saber!) nos hagan vivir un regreso al pasado. Me refiero a que además de en el tema de la violencia de género, ha habido ciertos asuntos durante los siete años del gobierno de Rodríguez Zapatero, con los que se ha avanzado en materia social o simplemente de convivencia.
Muchos nos preguntamos qué ocurrirá con el tema del tabaco en lugares públicos. ¿Se podrá volver a disfrutar del humo de los cigarrillos en cualquier oficina o sólo en las discotecas? ¿Se le volverá a hinchar el pacho de orgullo patrio a aquel hostelero marbellí al ver sus salones nuevamente repletos de humo? Sería desandar un camino, que quieran o no tendrá que volver a andarse tarde o temprano.
¿Y del matrimonio homosexual? ¿Invalidarán tamaño sacrilegio? ¿Les harán leerse el libro de marras (del cual no voy a comentar ni el nombre, que bastante publicidad ha tenido ya) y luego recitarlo cual lista de los reyes godos?
¿Y lo de la ley del aborto? Cientos y cientos de niñas fornicando por las esquinas sólo para poder abortar sin consentimiento de papá y así joderle, ¡para eso ha valido esta ley! Niñas rojas, claro, que las de bien hacen las cosas como deben hacerse. Yéndose a Londres, como Dios manda.
Todos estos avances y otros como la “memoria histórica”, la “educación para la ciudadanía”, etc. que han sido atacados, vilipendiados, desairados, descalificados, denigrados, insultados y demás, deberían ser corregidos inmediatamente. Contando con que, no solamente tienen un poder total para poderlo llevar a cabo en lo político, sino a la capacidad propagandística con la que cuentan, ya que las últimas fusiones televisivas nos llevan a que nos veamos obligados, si queremos ver la tele, a optar entre Intereconomía o La Razón , pasando por Popular TV. Menuda papeleta. ¿No os veis en nada volviendo a perseguir suecas por Benidorm mientras habláis como Paco Martínez Soria?
En todo caso hay que contar con la posibilidad de la marcha atrás (que creo también acepta como método anticonceptivo la iglesia católica) y la capacidad camaleonística de la que siempre ha hecho gala la derecha, capaz de apropiarse como suya, la lucha por la conquista de los derechos sociales o abanderar el ecologismo si fuera menester. Cuando en España se aprobaban cosas que hoy vemos tan normales como la ley del divorcio, la primera ley del aborto o simplemente se lanzaban campañas televisivas recomendando (que no obligando) el uso del preservativo en las relaciones sexuales (el famoso póntelo, pónselo), los hoy PP y antiguamente AP invocaban a todos los santos, mártires y vírgenes de la cristiandad anunciando la ruptura de España (les suena esto último, ¿verdad?), y sin embargo, hoy día parece que fueran ellos los gozosos abanderados de tan grandes conquistas. Y lo que es peor, son capaces de hacérselo creer a la gente y además de que la gente se lo crea.