viernes, 2 de septiembre de 2011

Todos Juntos La Mataron Y Ella Sola Se Murió (RIP Constitución 1978)

Corría finales del año 1975 cuando, por fin, aquel hombrecillo con aspecto de pollito frágil, de rostro arrugado, y andar penoso que ocupaba los espacios del NoDo pre-película de cine de fin de semana y prestaba su cara a las monedas de peseta, haciendo de reverso al aguilucho impuesto como parte del escudo patrio y que acaudilló el Estado con mano de hierro, cual buen padre de familia, se murió. Era un 20 de Noviembre. A partir de ahí, el país al completo fue una convulsión continua de efervescencia política, mezclándose, por un lado la alegría por la desaparición del difunto (que Dios lo tenga en su Gloria), y la asfixia producida por elevación testicular a la altura de la garganta ante el incierto futuro que a partir de ese momento se abría. El tortuoso proceso, finalizó con la consagración sacramental de la que se iba a considerar sacrosanta piedra angular de nuestro ordenamiento jurídico: La Constitución Española de 1978. Esta fue aprobada por la mayoría de los electores españoles con derecho al voto de aquel momento a los que se les dijo que o eso, o los infiernos. Y ante tal disyuntiva, pues, eso.
A las generaciones que hemos convivido con ella se nos acostumbró a tratarla como a la Real Dama que es, con respeto y devoción. Se nos advirtió de no contrariarla, de pasar por alto sus imperfecciones, puesto que sería quien nos sacaría de los 40 años de retraso y nos llevaría en volandas a las más altas cotas de democracia, libertad, igualdad y justicia social que jamás hubiera visto reino alguno sobre la faz de la Tierra. Sin embargo, durante todos estos años, ha sido cuestionada por diversos motivos: a los nacionalistas no les gustaba el corsé, que según ellos imponía sobre su derecho a una mayor autonomía cuando no a su autodeterminación, los republicanos por la imposición de la monarquía, la derechona más rancia por establecer una democracia que acabaría por provocar el caos y por ende con romper España en pedazos, la izquierda más recalcitrante, por fijar el liberalismo y el capitalismo como el orden social sobre el que crecería nuestro Estado Social, Democrático y de Derecho. Por todo ello, y mucho más, se la dotó de una armadura inexpugnable. De un cinturón de castidad a prueba de sátiros que impediría su reforma o modificación, salvo por una serie de mecanismos, brebajes y fenómenos pseudoparanormales, no al alcance de cualquier mindungui de a pie.
Sin embargo llegó el año 2011 y deprisa y corriendo y como apuntada en una servilleta, los garantes de nuestro Estado de Bienestar, acuerdan modificarla. Así, sin más. Porque los bárbaros del Norte y las oscuras fuerzas del mercado lo obligan, la hasta ahora inquebrantable Dama, recibe una puñalada de la que sale malherida. Y mientras tanto, los atónitos súbditos del reino, no salen de su asombro ante la que creían intocable e inmortal. Y de su ensoñación salen todos aquellos que deseaban durante décadas que esto ocurriera para encontrar la legitimidad necesaria en exigir, la independencia, la república, el fascismo, el comunismo, para terminar de darle el último golpe de gracia.
Y ante todo ese panorama la vieja Dama cierra los ojos por última vez y expira con un último suspiro diciendo: –que Dios reparta suerte, ahí os quedáis!

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