Al Ministro Fernández Díaz en uno de esos momentos de
vivencia mística que, de vez en cuando suele padecer, cual si de la mismísima
Sta. Teresa de Jesús se tratase, le ha sido revelado que el matrimonio
homosexual no asegura la pervivencia de la especie humana. Es una pena que el
santo, ángel o arcángel encargado de transmitir tal divina revelación al Señor
Ministro, llegara para desvelar sus placenteros sueños nocturnos y no le
comunicara que lo que verdaderamente es nocivo para la especie humana que
habita todavía esta esquina occidental de la decadente Europa es la permanencia
en el Gobierno del Partido del que forma parte y la connivencia del otro,
coautor culpable del sistema corrupto que sufrimos y en el que nos hacen vivir;
que lo que realmente es deplorable es seguir sustentando un régimen que fomenta
la usura, la avaricia, la injusticia y la infamia por encima del bienestar de
las personas, independientemente de las preferencias de alcoba que cada uno
tenga; hubiera estado bien que la etérea aparición le hubiera explicado que, lo
que ciertamente le debiera preocupar es que los jóvenes patrios huyan
despavoridos de su santa tierra, cristiana, apostólica y romana, a buscarse las
habichuelas a Alemania y más allá; que la gente se tire de los balcones en la
desesperación de acabar con una vida arrebatada por banqueros, políticos y
empresarios que priman el derecho al beneficio económico sobre el derecho a
poder disfrutar de una existencia digna teniendo, incluso, la decencia, la
dignidad y el orgullo de ni tan siquiera, llevarse con ellos a alguno de aquéllos
que les empujan al abismo; que lo realmente indigno y preocupante es seguir
soportando peinetas indecentes, finiquitos diferidos, hologramas simulados y
demás memeces de semidioses engreídos y prepotentes a los que nuestra
inactividad han dado alas para, además de saquearnos y despojarnos de nuestros
derechos, reírse en nuestra cara de nuestras miserias; que lo verdaderamente pernicioso
para la salud mental de las personas es reprimir una vida sexual sana bajo una
temible sotana negra, porque luego los instintos corren desbocados en busca de
las braguetas de los niños inocentes; que la especie humana está en peligro no
porque dos personas se amen, aunque en su entrepierna tengan un mismo órgano
reproductor, sino porque el señor Rajoy, su Presidente, tiene un primo que le
dijo que lo del cambio climático no era cierto y por ello nos liamos a destruir
el ecosistema, a ensuciar nuestro aire, a envenenar nuestras aguas y nuestros
alimentos, a tentar a la suerte y esperar, con la ayuda de Dios, que no nos
suceda a nosotros lo de Fukushima, en lugar de aprovechar nuestros recursos,
que los tenemos, para alcanzar una sociedad comprometida y responsable con el
Medio en el que tendrán que vivir, ella y sus descendientes.
Así que, Señor Ministro, acuérdese que Dios murió en el
siglo XIX, lo dijo Nietzsche, y ahora nos toca a las personas sacar las cosas
para adelante, por tanto, no se escandalice si la gente termina por hartarse
definitivamente de las élites parasitas que nos manipulan y acaba surgiendo un
o una Pepito o Pepita Grillo o Grilla, que además, de mandarles de viaje a las
Islas Vírgenes, resulte que tenga en su dormitorio a alguien que no sea de su
agrado. Estamos en ello, pero, tenga por seguro que cuando surja, no seré yo quien le pregunte con quien se acuesta.
Mucho va a la iglesia el Ministro, eso significa que peca mucho. Seguro que los exabruptos que suelta los ha aprendido en sus cursos tomados en los club de carreteras, sus compañeros del PP los suelen visitar muy a menudo.
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