El pueblo tiene miedo porque escucha la voz de los tiranos
y se la cree. Porque es más cómodo agachar la cabeza que plantarle cara a la
verdad. Por eso, no tenemos las agallas suficientes para cambiar el sistema de
arriba abajo y de condenar en juicio sumarísimo al más perpetuo de los
destierros, a la soledad más mezquina, a la ignominia, la vergüenza, al
descrédito más absoluto a todos los que, bajo el pretexto de gobernarnos, nos
han explotado y expoliado impunemente.
La Justicia, dirigida por las mismas élites a las que pertenecen,
ha permanecido ciega, impávida ante los atroces abusos que todos conocíamos
pero que a pocos parece que interesaba sacar a la luz. Estos últimos
movimientos en los que parece que algo está cambiando, me temo no serán más que
otro ejemplo de aquella idea que alguien expresó y que define perfectamente lo
que ha sido el devenir de la dialéctica histórica, “algo debe cambiar para que
todo siga igual”. Y si no, ya veremos cuántos de éstos que ahora mismo salen en
las primeras planas de los periódicos pagan por sus fechorías y cuántos no
caerán en el olvido del silencio culpable de los mass media.
Debemos ser patriotas, nos exigen (de unas patrias y de
otras, da igual), aceptar los recortes, los ajustes, los ahogos, los robos, por
el bien de la Patria. Debemos trabajar más y cobrar menos, seguir el modelo de
los chinos, por el bien de la Patria. Debemos ser tan patriotas como Camps,
Méndez, Castellanos, Rato, Baltar, Bárcenas, Matas, Fabra, Díaz Ferrán. Debemos
ser éticos y estéticos, patrióticamente educados, como Güemes, González(don
Felipe), Aznar, y no molestar con nuestros gritos y nuestros lamentos que tanto
desagradan a los señoras y señores de bien, y tanto ensucian nuestras calles y
nuestra imagen internacional, llenando los telediarios y la prensa allende
nuestras fronteras con incómodos contenedores humeantes apestando a basura.
Y lo peor es que, seguramente nos lo merezcamos. Cuando
nos dicen que la política es el problema, que todos son iguales, lo que tratan
de conseguir es infectar con el virus de la inacción a las masas ciudadanas
para conseguir mantener sentados sus culos sobre sus lustrosas poltronas.
Tratan de crear la desconfianza hacia el vecino, el compañero, el amigo. Todos
son iguales. Todos somos iguales. Y lo consiguen.
Quizás el día que perdimos la fe, la verdadera, aquella
certeza en la existencia de una diferencia de clases real, palpable e
insuperable, perdimos la batalla. Quizás el día que nos demos cuenta que la
política no es el problema, sino la solución, que las fronteras no son
transversales, sino de arriba abajo y de abajo a arriba, que no todos somos
iguales y además, deben tenerlo claro, quizás ese día la soberanía regrese a
las manos del pueblo.
No,no es igual el ladrón de cuello blanco que el ladrón del tirón, no es igual el consejero de sanidad quintacolumnista privatizador de lo público que la ayudante de de enfermería que sale en las mareas, no es lo mismo el terrateniente que el pequeño agricultor, no es lo mismo la cúpula directiva de Telefónica (que horror) que el que regenta la tienda Movistar, etc. etc., siendo desiguales nos asisten los mismos derechos...teóricamente
ResponderEliminarHola Iago, para darte una información de acción de varios integrantes del 15M, contacta con nosotros en el correo lobomarsupial@gmail.com.
ResponderEliminarSaludos
leon
Un 15M
(Todo el que se considere un integrante del movimiento 15M, puede utilizar el correo reseñado)
Muy interesante reflexión
ResponderEliminarPorque es más cómodo agachar la cabeza que plantarle cara a la verdad, no solo más cómodo, mas practico, mas mejor. eso es lo que siempre dicen, por hay no.
ResponderEliminarhttp://carcelesmarruecos.blogspot.com/