viernes, 26 de abril de 2013

16 Días Al Sol


Papi, ¿por qué ya no vamos al cole en coche?” “Porque sólo tenemos el de mami y lo necesita ella para ir a trabajar” “¿Y el tuyo?” “Ya no tengo, cariño. Me lo dejaban en el trabajo y papi ya no trabaja allí” “Y ahora ¿dónde trabajas, en la calle o qué?” En ese momento, bajo mis pies, se abrió una sima, profunda y ancha, mi frente comenzó a llenarse de pequeñas gotitas de sudor frío mientras mi cabeza trataba, veloz, de hallar una respuesta que dar a ese pequeño diablillo de cuatro años que se asía a mi mano como si fuera (ingenuo) una rama segura a la que agarrarse. “No cariño. Papi está buscando otro trabajo mejor. Otro que me permita pasar más tiempo contigo. Ir a la pisci. O traerte al colegio”. “Oh, vaya”. Fue, en ese preciso momento, tras, tan sólo, 16 días al sol, que fui plenamente consciente de mi situación. Que después de más de nueve años dedicados a la empresa, regalándole multitud de horas extras, días de vacaciones, incentivos sin cobrar, que después de dos años de aguantar el aliento insistente de mis jefes tras mi cogote tratando de forzar mi marcha sin el menor atisbo de gratitud a unos servicios prestados que les habían permitido, durante mucho tiempo, crecer y enriquecerse por mi esfuerzo y el de mis compañeros, después de dos años amargos, de noches sin dormir, a pesar del alprazolam, no me quedó más alternativa que transigir y negociar una salida, meter mis cuarenta y dos años por cumplir, mi diplomatura universitaria, mis dos masters, mis cursos y mi más de quince años de experiencia laboral bajo el brazo y decir adiós en dirección hacia lo incierto de un futuro que, ahora, se abría en su cruel desnudez bajo el peso de mi cuerpo.
Más de 6.200.000 personas sin trabajo, y yo, ni siquiera formo parte todavía de ese número, de esa estadística. De esa que, algunos caraduras dicen que es un dato en el que se atisban los efectos positivos de sus políticas económicas y de empleo. Estadísticas que tienen caras y manos. Que tienen cuerpos de hombres, mujeres y, sobre todo, de niños. 2.000.000 de familias en cuyos hogares no entra un euro. Y cuyo techo, en tantos casos, han perdido o perderán en breve. Historias de gente que veías de lejos hace no tanto tiempo y que, ahora, te das cuenta de lo fácil que es llegar a vivirlas.
Mientras se habla de 517 desahucios al día, el Gobierno español ha inyectado más de 110.000 millones de euros de dinero público a la Banca. Mientras el BBVA gana hasta el mes de Marzo 1.734 millones de euros netos, la gente se sigue tirando por las ventanas huyendo de la desesperación, del hambre y de la vergüenza. Mientras nos recortan los derechos, la educación, la sanidad, las prestaciones, las jubilaciones, con la única intención real de terminar privatizando y, por ende, gestionando entre los amiguetes que dan sobres y los que los reciben para repartirse el pastel, los parásitos del poder engordan sus cuentas en direcciones postales exóticas. Pero lo nuestro es demagogia. Y lo suyo economía. Y patriotismo. Se les llena la boca con la palabra España. O Cataluña. O la que sea. Da igual, porque el problema no es territorial, es sistémico. Ideológico. La cuestión es que el centro de gravedad sobre el que todo gira, no es el hombre, la persona, el ciudadano. Es el dinero. Es el tanto tienes, tanto vales. Si no en qué cabeza cabría el dedicar ingentes cantidades de euros, (por cierto, prestado por otros, es decir, deuda que finalmente tendremos que volver a pagar a costa ya no sé de qué) para salvar la economía de los inversores extranjeros y no para evitar que los hijos de los que no son políticos duerman en la calle o sean arrebatados de sus familias porque éstas no tengan un techo bajo el que dormir. Esto sí me recuerda más a las acciones de los tan cacareados nazis desde algunas aceras no tan lejanas a sus íntimos pensamientos, que la expresión de la más desgarradora impotencia materializada en un escrache. Porque, eso también. Te han vendido una hipoteca, que, ahora, te dicen estaba por encima de tus posibilidades, plagada de cláusulas abusivas, te han quitado los cuatro duros que tenías ahorrados y que el badanas del director de la Caja de Ahorros te convenció de meter en una cuenta sin riesgo y de disponibilidad de capital inmediata, que luego te enteras que era una cosa llamada Preferente (de preferencia en perder todo el dinero, claro), te suben el IRPF, el IVA, y además de ello, tienes que pagar por ir al médico, por los medicamentos, tus hijos tienen que llevar al colegio la tartera debajo del abrigo, porque ni les dan de comer, ni les dejan llevar la comida, terminas perdiendo tu vivienda, te despiden de tu trabajo, gracias a una reforma laboral dirigida por una Ministra cuya experiencia laboral se limita a chupar de la teta (o así) de un partido político, te vas a vivir con tus padres, ya ancianos, a los que les bajan la pensión, cosa que tú ya no vas a cobrar puesto que con la cantidad de años que te dicen que has de cotizar ahora, la edad que tienes y las posibilidades de volver a encontrar empleo, podrás jubilarte a los noventa años, cuestión también improbable que ocurra porque con la calidad de vida que nos proponen lo más factible es que te quedes por el camino, y a pesar de todo ello, te vedan la posibilidad de protestar, de cabrearte, de gritarles al oído el hastío que te producen. Y te llaman etarra o nazi. Ellos.
Ayer se proponían asediar el Congreso. Se presentaron 1.500 policías y ¿1.500? ciudadanos. Estos cada uno representando a una organización, asociación, facción distinta. ¿En qué se parece esto al apoyo que un 15 de Mayo tuvieron una serie acciones que nos llenaron de ilusión a millones de españoles que creímos que, uniéndonos de forma coordinada podríamos cambiar las cosas? Era de prever y, para aquel que haya tenido la paciencia de leer desde hace tiempo este blog, sabrá que lo predije. Cierto que han salido cosas positivas. Que ahora se hablan de ciertos temas, que la gente tiene, tenemos, otra conciencia, que participamos más, que queremos más respuestas. Pero, ¿es suficiente? La respuesta es no. La única solución fue y todavía es la unión de todas esas organizaciones, asociaciones, facciones en un Frente Común capaz de olvidar las diferencias puntuales de gestión y poner en valor la apremiante cuestión de necesidad en que nos encontramos para, sí, desde dentro del sistema, regenerarlo, iniciar un proceso constituyente que inicie un nuevo tiempo más justo para todos. Pero, para ello, quizás fuera necesario pedir un esfuerzo más allá a aquellas personas que, con su labor altruista e ingrata, han trabajado en post del bien común durante este tiempo y, requerirles un paso adelante como masilla aglutinante de todo este mural heterogéneo.

sábado, 16 de marzo de 2013

Todavía Creo


A pesar de todo, sigo creyendo en el sistema representativo. Pienso que no es posible meter en el Parlamento a  40 Millones de personas, aunque sea de manera virtual, para debatir todas y cada una de las normas que se deben crear, derogar, desarrollar o modificar. Ni aún en el caso de las más importantes. Lo cual no quita que sí esté convencido de que es imprescindible mejorarlo, articulando la manera de que los ciudadanos puedan y deban participar en relación a la toma de decisiones de forma inmediata a través de referéndums y otros mecanismos de participación directa, pudiendo aprovechar, así mismo, las tecnologías de las que disponemos en la actualidad.
También sería imperativo articular férreos controles a los políticos para evitar el clientelismo, el enriquecimiento y, en definitiva, la estafa social; poner límites a los mandatos y a las percepciones económicas, establecer incompatibilidades entre cargos, profesiones, etc. Es decir, sabemos que el sistema necesita un reinicio cuasi completo.
Los actuales dirigentes y políticos profesionales que nos dirigen han perdido toda credibilidad. Así, por ejemplo, la señora Bañez a la que, hasta el día de hoy nadie conoce más oficio ni beneficio que el que tenía aquella colaboradora de no sé qué cargo de la Diputación de no sé donde, entrevistada en Salvados, ¿os acordáis? y a la que el ínclito Señor Presidente tuvo a bien colocarnos como Ministra de Trabajo, manda güevos, que diría el señor Trillo. Pues bien, para esta Sra., los mayores de 55 años a los que, gracias a su magnífica reforma laboral, les han echado a la calle, no son más que unos vagos que no quieren volver a trabajar y se conforman con cobrar 400 eurazos del ala. Un pastón. Por eso ha decidido quitárselos, a ver si se ponen las pilas y aceptan alguno de esos magníficos empleos que tanto abundan en este país. O mejor, que se vayan a Alemania con sus hijos.
O la Sra. Mato, colmo de los despistes, que se tropieza con Jaguares y demás faunas automovilísticas en su garaje y se cree que es que los regalan con el carrito de la compra de Mercadona (bueno, a lo mejor a algunos, esto sí les ocurre, ¿verdad, Luis?).
O la Sra. de Cospedal y sus ya famosas simulaciones diferidas finiquitadas, o difericiones similitadas finicosas, o….
O el Sr. Oscar López, ahora apoyo, ahora no, a maltratadores ex peperos, mientras la víctima de éste tiene que vivir en el exilio (una más) y, revivir en estos momentos la angustia que le produjo el cerdo sentenciado como tal.
La lista sería interminable. Sin embargo, todo ello, no ha hecho que deje de creer en la política. Más bien al contrario. Estoy convencido que es la solución. La política limpia, claro. ¿O acaso no es política la movilización ciudadana que se produjo el 15M, la actividad de las asociaciones ecologistas, o la de los que se rompen la cara para evitar los desahucios?
Sin embargo, la movilización ciudadana no es suficiente. Ni siquiera, en su vertiente asociacionista. No se puede esperar que estas élites alejadas de sueldos y pensiones ridículas, de hipotecas abusivas, de obligaciones y subordinadas perpetuas e infinitas, de aires irrespirables y aguas y alimentos envenenados arreglen problemas que, para ellos son negocios económicos. Han convertido la sociedad en que vivimos en un tanto tienes, tanto vales, obligándonos, porque así nos han educado sibilinamente, a mirar todo bajo el prisma de la optimización económica. La Sanidad no es rentable, la Educación no es rentable, la Justicia no es rentable. ¿Y por qué tiene que ser rentable? ¿Quién ha dicho que deba ser un negocio?
Por ello, creo en partidos como Equo, o en asociaciones como ATTAC, Stop Desahucios, Plataforma de Afectados por Hipotecas, y en general, todas aquellas que persiguen la Justicia, desde el punto de los derechos de los ciudadanos, considerándoles como seres humanos y no como simples datos económicos y estadísticos andantes.
Y creo porque en éstas no hay profesionales de la política sino trabajadores por cuenta ajena y autónomos, funcionarios, parados, gentes con diferentes inquietudes, alegrías y penas personales, con puntos de vista sobre aspectos vitales en casos diferentes, pero que tienen algo que les une por encima de otras cosas: la convicción de que es preciso asegurar el bien común removiendo las estructuras de un sistema que oprime hasta la asfixia a unos mientras engorda las cuentas en paraísos fiscales de otros.
A ver si nos vamos dando cuenta que hay que dejar de lado algunas de nuestras diferencias y poner en valor lo que nos une: el sufrir a una casta de parásitos a los que hay despojar de sus privilegios antes de que acaben con nosotros. Y no vale quedarse en casa el día de las elecciones o votar en blanco, lo cual es legítimo, legal y hasta democrático, porque es un error, que lo único que consigue es que, con menos votos, los mismos sigan gobernándonos, incluso con más poder, como ya ha ocurrido, por ejemplo en el caso de las últimas elecciones gallegas. En la práctica es lo mismo que votar al PSOE, al PP o lo que terminará siendo igual, al populismo de Rosa Díez (paradigma de político profesional y buscavidas) y su  UPyD. No se puede esgrimir aquello de que todos son iguales, porque no todos los somos. ¿O vosotros sí? 

lunes, 4 de marzo de 2013

Dios Ha Muerto, Señor Ministro


Al Ministro Fernández Díaz en uno de esos momentos de vivencia mística que, de vez en cuando suele padecer, cual si de la mismísima Sta. Teresa de Jesús se tratase, le ha sido revelado que el matrimonio homosexual no asegura la pervivencia de la especie humana. Es una pena que el santo, ángel o arcángel encargado de transmitir tal divina revelación al Señor Ministro, llegara para desvelar sus placenteros sueños nocturnos y no le comunicara que lo que verdaderamente es nocivo para la especie humana que habita todavía esta esquina occidental de la decadente Europa es la permanencia en el Gobierno del Partido del que forma parte y la connivencia del otro, coautor culpable del sistema corrupto que sufrimos y en el que nos hacen vivir; que lo que realmente es deplorable es seguir sustentando un régimen que fomenta la usura, la avaricia, la injusticia y la infamia por encima del bienestar de las personas, independientemente de las preferencias de alcoba que cada uno tenga; hubiera estado bien que la etérea aparición le hubiera explicado que, lo que ciertamente le debiera preocupar es que los jóvenes patrios huyan despavoridos de su santa tierra, cristiana, apostólica y romana, a buscarse las habichuelas a Alemania y más allá; que la gente se tire de los balcones en la desesperación de acabar con una vida arrebatada por banqueros, políticos y empresarios que priman el derecho al beneficio económico sobre el derecho a poder disfrutar de una existencia digna teniendo, incluso, la decencia, la dignidad y el orgullo de ni tan siquiera, llevarse con ellos a alguno de aquéllos que les empujan al abismo; que lo realmente indigno y preocupante es seguir soportando peinetas indecentes, finiquitos diferidos, hologramas simulados y demás memeces de semidioses engreídos y prepotentes a los que nuestra inactividad han dado alas para, además de saquearnos y despojarnos de nuestros derechos, reírse en nuestra cara de nuestras miserias; que lo verdaderamente pernicioso para la salud mental de las personas es reprimir una vida sexual sana bajo una temible sotana negra, porque luego los instintos corren desbocados en busca de las braguetas de los niños inocentes; que la especie humana está en peligro no porque dos personas se amen, aunque en su entrepierna tengan un mismo órgano reproductor, sino porque el señor Rajoy, su Presidente, tiene un primo que le dijo que lo del cambio climático no era cierto y por ello nos liamos a destruir el ecosistema, a ensuciar nuestro aire, a envenenar nuestras aguas y nuestros alimentos, a tentar a la suerte y esperar, con la ayuda de Dios, que no nos suceda a nosotros lo de Fukushima, en lugar de aprovechar nuestros recursos, que los tenemos, para alcanzar una sociedad comprometida y responsable con el Medio en el que tendrán que vivir, ella y sus descendientes.
Así que, Señor Ministro, acuérdese que Dios murió en el siglo XIX, lo dijo Nietzsche, y ahora nos toca a las personas sacar las cosas para adelante, por tanto, no se escandalice si la gente termina por hartarse definitivamente de las élites parasitas que nos manipulan y acaba surgiendo un o una Pepito o Pepita Grillo o Grilla, que además, de mandarles de viaje a las Islas Vírgenes, resulte que tenga en su dormitorio a alguien que no sea de su agrado. Estamos en ello, pero, tenga por seguro que cuando surja, no seré yo quien le pregunte con quien se acuesta.

jueves, 7 de febrero de 2013

Esperanza y Cierra España


Ecosocialistas, socioecologistas, sociocomunistas, anarcosocialistas, defensores de la democracia directa a través de Internet Explorer, defensores de la democracia directa a través de Google Chrome, y así, tantos etcéteras como individuos, como matices haya sobre matices. Atomización infinita, al fin, sin transigir hacia una imprescindible convergencia. Ante tal panorama de disgregación de la izquierda, uno de los miedos conspiranoicos que empieza a rondar por el ambiente, ya enrarecido de por sí, es el del advenimiento de algún iluminado con la labia suficiente como para, tirando de populismo y abanderando patrias y banderas, consiga ponerse al frente de las masas y, dando un puñetazo en la mesa, ordene a formar filas sobre un montón de cristales rotos.
En este caso aguardaríamos en nuestro imaginario, la aparición de algún señor bajito, de bigote recortado, culón y con cara de malas pulgas. Pero, ¿y si estamos errados y, en lugar de este arquetipo de salvador hispano, se tratase de Agustina de Aragón? ¿Y si fuese una señora con aspecto de ama de casa, de sonrisa pícara, de peinado cuidadosamente mimado los viernes en la pelu y fama de llevar con mano de hierro los domésticos asuntos económicos y de orden social? ¿Y si la marcha atrás no hubiese sido más que un coger impulso para, con el apoyo mediático necesario reaparecer como Caudilla impoluta de toda mancha (a los ojos de los que así lo quisieran ver) y adalid de los buenos usos y costumbres de los españoles de bien?
Y es que la referida fragmentación de esa parte de la sociedad que es defensora a ultranza de los servicios públicos sobre los cortijos privados, de los instrumentos democráticos por encima de las arbitrariedades de los magnates del proxenetismo ya sea lúdico, ya sea de cualquier otro tipo, de la equidad social sobre el salvaje liberalismo económico, es decir, de aquellos principios que siempre han conformado lo se ha venido denominando ideología de izquierdas, deja patente la incapacidad de, olvidando los matices, o por lo menos dejándolos en suspenso, llegar a un acuerdo de mínimos para conseguir representar a toda esa parte de la Sociedad huérfana actualmente de referentes creíbles y, sobre todo, confiables.
Así que, mientras, El Mundo se tira a la yugular del PP, Manos Limpias se presenta como defensor de la Democracia en cuanto pleito justiciable se plantee, la Monarquía parece dar sus últimos estertores, aparece Doña Esperanza desde su retiro espiritual, dispuesta a dejar su recién estrenado empleo como Head Hunter (Cazadora de Cabezas, si tomamos el literal, glub) y dedicar su vida en cuerpo y alma a regenerar el agónico sistema español, cual lavativa aliviadora.
Y es que o nos ponemos las pilas o la cosa se puede poner verdaderamente acojonante.

lunes, 4 de febrero de 2013

Se Busca Lance Armstrong


Hace escasas fechas asistimos a la entrevista que Oprah Winfrey realizó a Lance Armstrong y en la que el ex ciclista norteamericano confesaba que, durante muchos años, consumió diferentes sustancias dopantes, gracias a las cuales, logró vencer en numerosas competiciones, al tiempo que engordaba su cuenta corriente y engañaba a miles de aficionados de los que los domingos sacan sus bicis y se pegan la gran panzada mañanera tratando de emular a éste y otros héroes con pies de barro. Esta confesión no fue sino la constatación de lo que ya muchos intuíamos. Es de esas cosas que todo el mundo conoce, pero que nadie es capaz de probar. De las que todos saben y todos callan. Son de esas trampas tejidas con la compleja estructura de la ingeniería de la falsedad y basadas en la Ley del Silencio. Red que sólo es capaz de romperse cuando aparece la figura del arrepentido. De ese Lance Armstrong que, (seguramente, incluso muy a su pesar y envuelto en un manto de sensiblería fingida propia de la peli del Domingo por la tarde en Antena 3, y posiblemente, asegurando el salto sobre un buen colchón económico) tire de la manta. Que ahogado por la presión de los Medios y de la gente de bien, termine por explotar y poner patas arriba las estructuras mafiosas de los sistemas corruptos.
Por eso, se busca algún Lance Armstrong en las filas del PP. Se busca a alguien que todavía le quede un atisbo de buena conciencia, de ética, de moral, de sentido social. A alguien que, en algún momento entrara en política por convicción y no para no dar un palo al agua. Alguien valiente que, aun teniendo su mano manchada por la indecencia de algún sobre corrupto, mantenga las agallas de dar un paso hacia delante y explicar a esta sociedad que es verdad todo lo que nosotros ya sabemos. Alguien que ponga en valor el principio universal de la Justicia. Alguien que nos pida sinceramente perdón y nos ayude a recuperar, al menos, parte del dinero que, ahora, nos están escamoteando de la Sanidad, la Justicia, la Educación. Alguien que nos eche una mano a la hora de poner a cada uno en su lugar y a desenmascarar, sin que quede lugar a duda, a tanto impresentable vividor de nuestro esfuerzo y nuestro sudor, de nuestra hambre, de nuestra miseria y de nuestra sangre. Alguien que se dé cuenta que no es posible que el único castigado por iniciar la persecución de tanto fantoche sea el Juez que empezó a tirar del hilo de tamaña organización. Por ello, y aunque seguramente no sea más que una utopía, se busca Lance Armstrong.

viernes, 1 de febrero de 2013

Te lo Juro


Confirmado: la señora de Cospedal tiene la absoluta certeza de que, en general, los habitantes de las Hispanias somos gilipollas. La de los múltiples empleos, con sus correspondientes emolumentos, la que restringe el derecho de los ciudadanos a representar a sus vecinos ahogándoles los ingresos y limitando tal  posibilidad únicamente a los políticos de carrera o a los pudientes adinerados, la que antepone los intereses económicos de honrados empresarios privados a las necesidades sanitarias y vitales de los habitantes de muchos de los pueblos de la Comunidad que ella dirige, la que veía graves conspiraciones persecutorias contra el PP por parte del Maquiavelo-Rubalcaba y sus secuaces en tiempos del mandato del ínclito Zapatero (otros vendrán que bueno te harán, decía una tía abuela mía, con perdón). Pues sí, ella.
Parece que, ahora, empieza a coger apariencia física, en forma de documentos, los mamoneos y los tejemanejes que los populares llevan siglos perpetrando y que eran vox populi entre la población que sabía, sin poder demostrar, el conchabeo  entre políticos y empresarios de la construcción, el engorde de facturas para servicios realizados a las Administraciones, o el ajuste a unas concretas características de un determinado producto para que fuera éste el elegido y no el de la competencia.
Y, la verdad, es que no son pocas ni superficiales las razones que tiene la señora de Cospedal para pensar que tal calificativo merezcamos. Ahora va a jurar y a hacer jurar a los más mandantes de los Populares, por el niño Jesús de Praga o por Snoopy, cuestión que está por decidir en próximo cónclave en la Génova madrileña, que ellos no han tocado ni un duro en dinero B. Y si no les creemos, pues que hasta nos enseñan… su Rentas. Lo dicho, que nos toman por el pito del sereno con una desvergüenza sin límites. Pero como decía, razones no les falta para tenernos en tan poca estima si acaban de ganar por mayoría absoluta aplastante hace escasamente un año unas elecciones generales, hace menos tiempo todavía en la Galicia de Baltar y antes de Cuiña y desde hace siglos en la Valencia de Camps y Barberá.
Esta gente es maestra experta en hacer creer a los ciudadanos que, como todos los políticos son iguales, es decir basura corrupta, pues mejor votadnos a nosotros que, al fin y al cabo, lo nuestro son negocios y lo de ellos, sucio bandolerismo de los que dicen ser amigos de los pobres.
Pero yo sigo en mis trece. Sigo pensando que no todos son iguales, porque no todos somos iguales. Y hay que demostrárselo. Es imperativa una regeneración democrática del sistema. Caiga quien caiga. Y hay gente dispuesta a llevarla a adelante. Pero ya nos falta confianza a todos. Desconfianza hasta en el de al lado. Y de eso se aprovechan. También puede ocurrir, que acaso, este país de Lazarillos de Tormes, de Rinconetes y Cortadillos, no se merezca más que ladrones sinvergüenzas o salvapatrias sableenmano que nos enseñen a guardar las formas.

viernes, 18 de enero de 2013

¿Todos Somos Iguales?


El pueblo tiene miedo porque escucha la voz de los tiranos y se la cree. Porque es más cómodo agachar la cabeza que plantarle cara a la verdad. Por eso, no tenemos las agallas suficientes para cambiar el sistema de arriba abajo y de condenar en juicio sumarísimo al más perpetuo de los destierros, a la soledad más mezquina, a la ignominia, la vergüenza, al descrédito más absoluto a todos los que, bajo el pretexto de gobernarnos, nos han explotado y expoliado impunemente.
La Justicia, dirigida por las mismas élites a las que pertenecen, ha permanecido ciega, impávida ante los atroces abusos que todos conocíamos pero que a pocos parece que interesaba sacar a la luz. Estos últimos movimientos en los que parece que algo está cambiando, me temo no serán más que otro ejemplo de aquella idea que alguien expresó y que define perfectamente lo que ha sido el devenir de la dialéctica histórica, “algo debe cambiar para que todo siga igual”. Y si no, ya veremos cuántos de éstos que ahora mismo salen en las primeras planas de los periódicos pagan por sus fechorías y cuántos no caerán en el olvido del silencio culpable de los mass media.
Debemos ser patriotas, nos exigen (de unas patrias y de otras, da igual), aceptar los recortes, los ajustes, los ahogos, los robos, por el bien de la Patria. Debemos trabajar más y cobrar menos, seguir el modelo de los chinos, por el bien de la Patria. Debemos ser tan patriotas como Camps, Méndez, Castellanos, Rato, Baltar, Bárcenas, Matas, Fabra, Díaz Ferrán. Debemos ser éticos y estéticos, patrióticamente educados, como Güemes, González(don Felipe), Aznar, y no molestar con nuestros gritos y nuestros lamentos que tanto desagradan a los señoras y señores de bien, y tanto ensucian nuestras calles y nuestra imagen internacional, llenando los telediarios y la prensa allende nuestras fronteras con incómodos contenedores humeantes apestando a basura.
Y lo peor es que, seguramente nos lo merezcamos. Cuando nos dicen que la política es el problema, que todos son iguales, lo que tratan de conseguir es infectar con el virus de la inacción a las masas ciudadanas para conseguir mantener sentados sus culos sobre sus lustrosas poltronas. Tratan de crear la desconfianza hacia el vecino, el compañero, el amigo. Todos son iguales. Todos somos iguales. Y lo consiguen.
Quizás el día que perdimos la fe, la verdadera, aquella certeza en la existencia de una diferencia de clases real, palpable e insuperable, perdimos la batalla. Quizás el día que nos demos cuenta que la política no es el problema, sino la solución, que las fronteras no son transversales, sino de arriba abajo y de abajo a arriba, que no todos somos iguales y además, deben tenerlo claro, quizás ese día la soberanía regrese a las manos del pueblo.