sábado, 21 de julio de 2012

Solidaridad Imprescindible

En estos últimos días, han despedido a uno de mis más cercanos compañeros y amigos. Podía haber sido yo, podíamos haber sido los dos, pero le ha tocado a él. Causas económicas, por supuesto.
Mientras tanto, el Gobierno continúa con su vorágine de desmantelamiento de todo el sistema económico y social, de todo lo que huela a servicio público. Entre otras medidas dejan a los funcionarios sin su paga de navidad y les retiran días de libre disposición. Estoy en absoluto desacuerdo con la pérdida de derechos de este último paquete de recortes con el que nos obsequian, tanto en lo que se refiere a los funcionarios públicos como los que afectan a otros colectivos como ocurre, también con los desempleados o los pensionistas. Y fundamentalmente con estos últimos ya que, a mi entender, afectan a aquellos ciudadanos más desprotegidos.
La reacción de los funcionarios ha sido enérgica. Se han llevado a cabo múltiples manifestaciones en toda España. Y parece que sólo es el comienzo de lo que parece inevitable: una revolución en defensa del Estado Social, Democrático y de Derecho que, de facto, es lo que se está desmantelando de manera fulminante. Los trabajadores del sector privado, así como los anteriormente reseñados, pensionistas, desempleados y demás sectores y ciudadanos con conciencia social, están secundando y apoyando las movilizaciones que se están produciendo en las últimas fechas. Siempre he considerado que el funcionariado era el colectivo clave para ejercer la presión necesaria para evitar el derrumbe de los derechos y libertades de nuestra sociedad. Sin embargo, deben ser conscientes de que forman parte de una totalidad y constituirse en referente solidario del esfuerzo por el mantenimiento de un sistema democrático libre y justo para toda la sociedad.
Detalles como el de los policías antidisturbios quitándose el casco ante una manifestación de compañeros o pidiéndoles por favor que retrocediesen, son significativos de que comienzan a aparecer ciertos signos de solidaridad de determinados sectores o colectivos con otros.
Sin embargo, también he echado en falta que desde alguno de los representantes de los funcionarios, en sus declaraciones, se hiciera referencia a la penosa situación en la que se deja a determinados colectivos y sectores con toda la cascada de medidas antisociales que vienen siendo tomadas de un tiempo a esta parte.
No podemos caer en la trampa de pensar que pertenecemos a clases diferentes. Estamos en el mismo barco. Todos juntos.
Personalmente, no me gusta cuando hacen referencia al hecho de que son ellos siempre el blanco de la injusticia de las medidas del Ejecutivo. Cierto es que, como he dicho, son claves e imprescindibles si queremos mantener un sistema en el que nuestros impuestos sirvan para tener derecho a una educación, una sanidad y una serie de servicios públicos imprescindibles para vivir en una sociedad justa, pero yo que como otros muchos, trabajamos en el sector privado, hemos sido y seguimos siendo tan perjudicados, al menos como cualquier funcionario.
Desde el año 2008 a esta parte, yo ya he perdido alrededor de un 60% de mis ingresos. Y soy un asalariado medio, no un alto ejecutivo ni nada por el estilo. Y ahora mismo, con suerte de seguir siéndolo. Me levanto todas las mañanas pensando si será mi último día de trabajo en mi actual puesto de trabajo. Yo no puedo reclamar auxilio a sindicato alguno, sin poner en serio peligro, no ya una parte de mi sueldo sino mi puesto de trabajo, ni siquiera a un delegado sindical, ya que, en muchas ocasiones, y sobre todo en empresas medianas, ese puesto está ocupado por la persona “aconsejada” por el patrón o, simplemente por algún o alguna Mónica dispuesto/a a aliviar cualquier tensión del Bill de turno. Para muchos trabajadores en este momento, el cobrar sin problemas sus salarios, el tener vacaciones o el cumplir una jornada laboral con las horas establecidas por ley o cobrando las extras es, cuanto menos, una utopía.
Lamento las medidas tomadas contra los funcionarios y que afectan a sus ingresos y calidad de vida y apoyo todas sus acciones en defensa de sus derechos. Como lamento y apoyo las relativas a las que conciernen a la merma de derechos de estudiantes, jubilados, parados y trabajadores del sector privado.
Es posible que lo que aquí escriba no sea del todo políticamente correcto en este momento y en los lugares a donde pueden llegar estas líneas pero, hubiera sido muy higiénico que, el colectivo de funcionarios hubiera demostrado hace ya tiempo, el grado de comprensión y solidaridad con el resto de la sociedad que, ahora, está recibiendo por parte de esta.
Argumentar ante un parado que va a perder un 10% de sus ingresos a partir del séptimo mes de prestación por desempleo, dinero imprescindible para mantener a su familia y que no tiene perspectiva actualmente de encontrar trabajo, que al quitarle al funcionario la paga de Diciembre no le va a poder comprar los Reyes a los niños, me parece, cuanto menos, de un grado de superficialidad anti solidaria bastante peligroso.
Ha llegado el momento de ser conscientes de que no somos unos y otros sino un conjunto que ha de mantenerse homogéneo en sus reivindicaciones y actuar en común en contra de un Gobierno que no es más que un pelele dirigido desde el exterior de nuestro país y al que no va a temblarle la mano a la hora de seguir aplastando a los ciudadanos con tal de mantener sus posiciones de privilegio.

sábado, 7 de julio de 2012

Estado De Imbecilidad

Yo no sé si los ciudadanos españoles vivimos bajo una penosa situación de lo que algunos llaman Indefensión Aprendida o si es una cuestión genética que nos aboca a permanecer en estado de imbecilidad permanente. Tampoco estoy seguro de que el problema sea nacional. Más bien, tengo la sensación de que es una cuestión  transfronteriza, como así lo demuestran los resultados electorales cosechados el mes pasado en Grecia y que han sido los culpables de que entrara, personalmente, en estado catatónico, incapaz de expresar mi absoluto desconcierto, tan siquiera a través de la vía de escape que supone para mi bienestar mental el plasmar mis ideas, sentimientos, emociones en este blog. Me cuesta aceptar que la única herramienta política pacífica y con eficacia suficiente de la que disponemos los ciudadanos corrientes para tratar de hacer nuestras vidas, ya no mejores, al menos dignas, cual es el sufragio, seamos incapaces de orientarla a tal fin. Por supuesto que no es la única, pero sí es la que, de una manera fácil y anónima nos faculta para elegir quién nos dicte las normas durante un tiempo determinado. No todos poseemos las mismas capacidades participativas, la misma disponibilidad de tiempo, pero sí que, de momento, disponemos del poder de, mediante tal sencillo acto, llevar a cabo los cambios que se necesitan en nuestra sociedad.  Me resulta inaudito, deprimente, totalmente desmotivador, desmoralizador ver como los responsables de la crisis griega, los dirigentes de los dos partidos que, después de haber quebrado económica, social, moralmente al país heleno, continúen siendo los responsables de seguir dirigiendo los designios de sus ciudadanos. Y lo peor es que ha sido porque ellos lo han decidido así. Llegué a tener la absoluta convicción de que las elecciones griegas serían el momento catártico que derribaría la última piedra de los gobiernos de los Entes y supusiera la primera para el gobierno de las personas. Estaba equivocado. Y es que el problema debe ser de base. Me refiero a los mismos cimientos de la naturaleza humana. Ese Ser en el que, salvo por contadísimas excepciones, prevalece su instinto depredador, egoísta, zafio, irresponsable e interesado.
En España nos encontramos en una situación parecida. Llevamos seis larguísimos meses de gobierno del PP en el que se pone en evidencia, día tras día, cada una de las contradicciones y engaños en los que, sin pudor alguno, incurren sus miembros amparados, una vez más, en la legitimidad de unos votos recibidos de ciudadanos como nosotros, tiempo en el que se manifiesta que cada una de las decisiones que ahora imponen a nuestra sociedad son antagónicas a las defendidas hace meses cuando eran oposición. Cada una de sus medidas tienden a restringir derechos que habían sido conquistados a través de siglos de lucha y que, ahora, de un plumazo desaparecen ante nuestra más que irritante indolencia. Ojo, no nos engañemos, recortes que ya habían iniciado los mandatarios del otro partido que hasta ahora sigue formando parte de la dicotomía en la que se basa nuestro sistema partidista y que no son más que la otra cara de la misma moneda. Las clases trabajadoras están siendo objeto de un absoluto saqueo, tanto económico como social, un arrebato de algunos de los valores más íntimos de la personalidad como su dignidad. Subidas de impuestos, copagos, recortes sanitarios y educativos, peajes en carreteras, más impuestos, más recortes, más copagos. El otro día escuché a ese personaje que parece salido de alguna de las más deprimentes películas de Pajares y Esteso, el señor Rosell, el de la CEOE, fiel portavoz del Gobierno a lo que parece, avisando de que habría que recortar en aquellas partes hasta ahora innombrables e intocables. Y bien, se tocarán. Se utilizará para el cálculo de la base de cotización el total de la vida laboral, con lo que la pensión no sé si se cobrará en pesetas, en Euros o parte y parte. Eso significa un mayor empobrecimiento de la clase media, ahora y, cada vez más, baja, bajísima. Por supuesto, esto no afectará a las pensiones garantizadas de directivos bancarios. Faltaría más, pobrecitos, con lo que trabajan. Ni van a decidir bajar hasta el salario mínimo los sueldos de sus señorías. ¿O acaso lo que queremos es mandatarios menesterosos? Y lo que me parece ya el colmo de la desvergüenza: se recortará el tiempo al que tendremos derecho al desempleo de dos a un año o año y medio, según la fuente de la filtración. Es decir, que a aquel que lleve once meses buscando trabajo y no lo encuentre, de buenas a primeras se encontrará con que en vez de un año, le quedará un mes de paro. Pero claro, ya se sabe, partimos de la base de que no ha estado buscando trabajo sino tocándose los cojones como buen vago español. Total, si estamos desbordados de jugosas ofertas de empleo por doquier y nos podemos permitir el lujo de seguir a la bartola indefinidamente.
La realidad es que dicen que hay gente que rechaza por deporte ofertas válidas de empleo. Las habrá. Pero que los empresarios se están aprovechando de la situación
-          ofreciendo salarios muy por debajo de lo que marcan convenios, por lo que una persona que cobra más en el paro que siendo explotado elegirá seguir apuntado como desempleado en el Inem, sí,
-          despidiendo personal para inmediatamente hacer que trabajen en la misma empresa sin asegurar, cobrando al mismo tiempo el paro, sí,
-          recortando derechos adquiridos, haciendo trabajar al personal más horas de las que les corresponde sin contraprestación alguna, sí,
-          llevando a cabo Ere´s por los que, por una puerta salen unos trabajadores y por la otra entran los nuevos que les sustituyen en las mismas funciones pero que salen más baratos gracias a las nuevas condiciones de la reforma laboral, sí. Etc.,
sin duda alguna.
Los círculos más concéntricos al Poder, señoras y señores de bien, se echan las manos a la cabeza con las acciones violentas de los mineros estos días. Y no se dan cuenta de lo que están creando. Si hasta ahora, no se había producido un estallido social más violento en otros ámbitos sociales quizás sea porque, de alguna manera, la gente que había perdido el trabajo estaba cubierta por prestaciones y subsidios que, al menos les permitían vivir, pero, ¿qué ocurrirá en un par de años cuando haya, no sé, dos millones de parados más, (al menos, ya que uno va a salir del próximo recorte de personal de administraciones y empresas públicas, según las medidas propuestas por el “Ministro” Rosell) y además no haya forma de encontrar empleo legal alguno, ni prestaciones que cubran esa contingencia? ¿Qué ocurrirá cuando el número de los que pasen hambre de verdad se multiplique y tengan que buscar de la manera que sea la forma de alimentarse a ellos y a sus hijos?
Quizás no pase nada y sigamos afectados de la misma imbécil inactividad actual, dejándonos llevar hasta el suicidio pasivo mientras vemos repetidas en la televisión las glorias deportivas de nuestros héroes nacionales y continuemos eligiendo a los mismos líderes que ahora nos manejan por miedo a que las cosas cambien a peor. Pero a peor, ¿para quién?