lunes, 16 de abril de 2012

Ante todo, la patria

La señora Cristina Fernández no es santa de mi devoción (laica y republicana, entiéndase), ya que a mi entender, el populismo no es más que uno de los pilares en donde se asientan las bases del más chusco fascismo y ver a esta señora comiendo Milkas o alentando las patrióticas conciencias en pro de unas Malvinas argentinas, denotan una tendencia clara y peligrosa. Como cantaba Carlos Cano “Cada vez que dicen patria – pienso en el pueblo y me pongo a temblar- en las miserias que vienen- y en los fantasmas de la soledad”. Y la expropiación de YPF no puedo percibirla más que en este contexto, viniendo de quien viene.
No obstante, tengo que decir, que seré un antipatriota, según el ministro de Industria de mi país, ya que no advierto tal pérdida como algo propio, no me he sentido agredido en mi integridad física, no ha sido arrancada mi identidad de cuajo. Escuchar el otro día al señor Soria en tono amenazador y paternalista, como se riñe a un crío, me recordó por unos instantes aquella gloriosa descripción de la épica “batalla de Isla Perejil” de aquel otro prohombre de las filas Populares, tan amigos de salvarnos a los españolitos de las amenazas extranjeras. Está visto que ahora sí que nos respetan esos sudacas y no con el calzonazos del Zapatero. Ya volvemos a ocupar el lugar que nos corresponde en el panorama mundial.
De este asunto me preocupa la posible pérdida de empleos que pudiera conllevar la ya comentada operación de nacionalización y el consiguiente drama personal para esas personas. Si es que tal situación termina por ocurrir.
Por lo demás, no sentía antes el menor apego a una empresa que participa de un cuasi monopolio en España en lo que se refiere a la comercialización de carburantes y ahora no ha cambiado mi forma de pensar.
Es penoso ver la forma en que el actual Gobierno español salta ante la decisión del Gobierno argentino para proteger a una empresa privada al tiempo que no le tiembla el pulso para crear un marco en nuestro país en el que esa misma empresa y otras corporaciones del estilo puedan dejar sin empleo a miles de trabajadores, llegando a ser ya más de 5 millones de desempleados, para subir la presión fiscal de las clases medio-bajas, mientras se aprueba una amnistía fiscal de la que se aprovecharán aquellos que no han estado cumpliendo con sus obligaciones solidarias con el resto de conciudadanos que si lo hacen, para acabar con los servicios públicos que nuestros impuestos han pagado durante generaciones y que la clase a la que pertenecen ha dilapidado para poder llenarse los bolsillos a costa de nuestra salud y nuestra educación, para manipular la Constitución a su antojo, para pretender reinstaurar la censura y eliminar derechos básicos como el de reunión, privándonos de lo poco que nos queda: el derecho al pataleo. Para crear, al fin, las bases de un nuevo sistema, que, en realidad lleva vigente desde hace años, la dictadura de las grandes corporaciones y de las fuerzas financieras que saltan, como estamos ya viviendo, por encima de las fronteras de los antiguos Estados, superados por fuerzas intangibles.
Y mientras todo esto sufrimos, nuestro jefe de Estado, al que, tampoco tenemos derecho a elegir, participa en cacerías de elefantes en exóticos países al estilo de los antiguos torneos medievales, acrecentando de esta forma la sensación de que la brecha se dilata y aleja a monarcas y siervos, a políticos y ciudadanos.
Así pues, todo esto es lo que sí me preocupa, me duele, me hace aumentar la sensación de impotencia y de rabia. Estaría bien, señor Rajoy, que sintiese la misma indignación cada vez que un empresario echa a la calle a un puñado de trabajadores de los que durante años se ha servido para hacerse rico y que ahora se convierten en material de desecho. Pero claro, serán daños colaterales. Ante todo, está la patria.

1 comentario:

  1. me dan pena, no merecen más que lo que supieron conseguir, ignorantes qué saben de Argentina,solo son "mala gente que va apestando la tierra" bendito el día que me sacaron de ese país que han convertido en un burdel.

    ResponderEliminar