lunes, 4 de febrero de 2013

Se Busca Lance Armstrong


Hace escasas fechas asistimos a la entrevista que Oprah Winfrey realizó a Lance Armstrong y en la que el ex ciclista norteamericano confesaba que, durante muchos años, consumió diferentes sustancias dopantes, gracias a las cuales, logró vencer en numerosas competiciones, al tiempo que engordaba su cuenta corriente y engañaba a miles de aficionados de los que los domingos sacan sus bicis y se pegan la gran panzada mañanera tratando de emular a éste y otros héroes con pies de barro. Esta confesión no fue sino la constatación de lo que ya muchos intuíamos. Es de esas cosas que todo el mundo conoce, pero que nadie es capaz de probar. De las que todos saben y todos callan. Son de esas trampas tejidas con la compleja estructura de la ingeniería de la falsedad y basadas en la Ley del Silencio. Red que sólo es capaz de romperse cuando aparece la figura del arrepentido. De ese Lance Armstrong que, (seguramente, incluso muy a su pesar y envuelto en un manto de sensiblería fingida propia de la peli del Domingo por la tarde en Antena 3, y posiblemente, asegurando el salto sobre un buen colchón económico) tire de la manta. Que ahogado por la presión de los Medios y de la gente de bien, termine por explotar y poner patas arriba las estructuras mafiosas de los sistemas corruptos.
Por eso, se busca algún Lance Armstrong en las filas del PP. Se busca a alguien que todavía le quede un atisbo de buena conciencia, de ética, de moral, de sentido social. A alguien que, en algún momento entrara en política por convicción y no para no dar un palo al agua. Alguien valiente que, aun teniendo su mano manchada por la indecencia de algún sobre corrupto, mantenga las agallas de dar un paso hacia delante y explicar a esta sociedad que es verdad todo lo que nosotros ya sabemos. Alguien que ponga en valor el principio universal de la Justicia. Alguien que nos pida sinceramente perdón y nos ayude a recuperar, al menos, parte del dinero que, ahora, nos están escamoteando de la Sanidad, la Justicia, la Educación. Alguien que nos eche una mano a la hora de poner a cada uno en su lugar y a desenmascarar, sin que quede lugar a duda, a tanto impresentable vividor de nuestro esfuerzo y nuestro sudor, de nuestra hambre, de nuestra miseria y de nuestra sangre. Alguien que se dé cuenta que no es posible que el único castigado por iniciar la persecución de tanto fantoche sea el Juez que empezó a tirar del hilo de tamaña organización. Por ello, y aunque seguramente no sea más que una utopía, se busca Lance Armstrong.

viernes, 1 de febrero de 2013

Te lo Juro


Confirmado: la señora de Cospedal tiene la absoluta certeza de que, en general, los habitantes de las Hispanias somos gilipollas. La de los múltiples empleos, con sus correspondientes emolumentos, la que restringe el derecho de los ciudadanos a representar a sus vecinos ahogándoles los ingresos y limitando tal  posibilidad únicamente a los políticos de carrera o a los pudientes adinerados, la que antepone los intereses económicos de honrados empresarios privados a las necesidades sanitarias y vitales de los habitantes de muchos de los pueblos de la Comunidad que ella dirige, la que veía graves conspiraciones persecutorias contra el PP por parte del Maquiavelo-Rubalcaba y sus secuaces en tiempos del mandato del ínclito Zapatero (otros vendrán que bueno te harán, decía una tía abuela mía, con perdón). Pues sí, ella.
Parece que, ahora, empieza a coger apariencia física, en forma de documentos, los mamoneos y los tejemanejes que los populares llevan siglos perpetrando y que eran vox populi entre la población que sabía, sin poder demostrar, el conchabeo  entre políticos y empresarios de la construcción, el engorde de facturas para servicios realizados a las Administraciones, o el ajuste a unas concretas características de un determinado producto para que fuera éste el elegido y no el de la competencia.
Y, la verdad, es que no son pocas ni superficiales las razones que tiene la señora de Cospedal para pensar que tal calificativo merezcamos. Ahora va a jurar y a hacer jurar a los más mandantes de los Populares, por el niño Jesús de Praga o por Snoopy, cuestión que está por decidir en próximo cónclave en la Génova madrileña, que ellos no han tocado ni un duro en dinero B. Y si no les creemos, pues que hasta nos enseñan… su Rentas. Lo dicho, que nos toman por el pito del sereno con una desvergüenza sin límites. Pero como decía, razones no les falta para tenernos en tan poca estima si acaban de ganar por mayoría absoluta aplastante hace escasamente un año unas elecciones generales, hace menos tiempo todavía en la Galicia de Baltar y antes de Cuiña y desde hace siglos en la Valencia de Camps y Barberá.
Esta gente es maestra experta en hacer creer a los ciudadanos que, como todos los políticos son iguales, es decir basura corrupta, pues mejor votadnos a nosotros que, al fin y al cabo, lo nuestro son negocios y lo de ellos, sucio bandolerismo de los que dicen ser amigos de los pobres.
Pero yo sigo en mis trece. Sigo pensando que no todos son iguales, porque no todos somos iguales. Y hay que demostrárselo. Es imperativa una regeneración democrática del sistema. Caiga quien caiga. Y hay gente dispuesta a llevarla a adelante. Pero ya nos falta confianza a todos. Desconfianza hasta en el de al lado. Y de eso se aprovechan. También puede ocurrir, que acaso, este país de Lazarillos de Tormes, de Rinconetes y Cortadillos, no se merezca más que ladrones sinvergüenzas o salvapatrias sableenmano que nos enseñen a guardar las formas.

viernes, 18 de enero de 2013

¿Todos Somos Iguales?


El pueblo tiene miedo porque escucha la voz de los tiranos y se la cree. Porque es más cómodo agachar la cabeza que plantarle cara a la verdad. Por eso, no tenemos las agallas suficientes para cambiar el sistema de arriba abajo y de condenar en juicio sumarísimo al más perpetuo de los destierros, a la soledad más mezquina, a la ignominia, la vergüenza, al descrédito más absoluto a todos los que, bajo el pretexto de gobernarnos, nos han explotado y expoliado impunemente.
La Justicia, dirigida por las mismas élites a las que pertenecen, ha permanecido ciega, impávida ante los atroces abusos que todos conocíamos pero que a pocos parece que interesaba sacar a la luz. Estos últimos movimientos en los que parece que algo está cambiando, me temo no serán más que otro ejemplo de aquella idea que alguien expresó y que define perfectamente lo que ha sido el devenir de la dialéctica histórica, “algo debe cambiar para que todo siga igual”. Y si no, ya veremos cuántos de éstos que ahora mismo salen en las primeras planas de los periódicos pagan por sus fechorías y cuántos no caerán en el olvido del silencio culpable de los mass media.
Debemos ser patriotas, nos exigen (de unas patrias y de otras, da igual), aceptar los recortes, los ajustes, los ahogos, los robos, por el bien de la Patria. Debemos trabajar más y cobrar menos, seguir el modelo de los chinos, por el bien de la Patria. Debemos ser tan patriotas como Camps, Méndez, Castellanos, Rato, Baltar, Bárcenas, Matas, Fabra, Díaz Ferrán. Debemos ser éticos y estéticos, patrióticamente educados, como Güemes, González(don Felipe), Aznar, y no molestar con nuestros gritos y nuestros lamentos que tanto desagradan a los señoras y señores de bien, y tanto ensucian nuestras calles y nuestra imagen internacional, llenando los telediarios y la prensa allende nuestras fronteras con incómodos contenedores humeantes apestando a basura.
Y lo peor es que, seguramente nos lo merezcamos. Cuando nos dicen que la política es el problema, que todos son iguales, lo que tratan de conseguir es infectar con el virus de la inacción a las masas ciudadanas para conseguir mantener sentados sus culos sobre sus lustrosas poltronas. Tratan de crear la desconfianza hacia el vecino, el compañero, el amigo. Todos son iguales. Todos somos iguales. Y lo consiguen.
Quizás el día que perdimos la fe, la verdadera, aquella certeza en la existencia de una diferencia de clases real, palpable e insuperable, perdimos la batalla. Quizás el día que nos demos cuenta que la política no es el problema, sino la solución, que las fronteras no son transversales, sino de arriba abajo y de abajo a arriba, que no todos somos iguales y además, deben tenerlo claro, quizás ese día la soberanía regrese a las manos del pueblo.

viernes, 30 de noviembre de 2012

En Este Lugar

Llevaba algún tiempo que no me acercaba a este blog para desahogarme de las frustraciones e inquietudes que, de vez en cuando, precisan de una válvula de escape para alivio de mi ánimo y bien de mi salud mental. Supongo que pocos seréis los que lo habrán echado de menos, ya que no muchos son los que tienen el tiempo que perder y la paciencia para sufrir los desvelos de una mente con tendencia a la ebullición constante, de una manera habitual. Falta de carisma para llegar a las masas, quizás. Carencia de la calidad narrativa precisa para hacer llegar mi mensaje, probablemente. De todas formas, tampoco fue nunca intención primigenia el liderar revolución alguna montado sobre imponente corcel. Más bien mi ilusión era formar parte, como grano de arena, de una inmensa duna capaz de, poco a poco, pero sin detención posible, remover los cimientos de una sociedad cuanto poco injusta.
El caso, es que a punto he estado de asesinar a mi alter ego. De hacerle desaparecer del mapa cibernético. A su perfil, a su blog. Por ser la inútil máscara tras la que esconder la cobardía de quien vive en un lugar donde un ciudadano no puede pronunciar sus opiniones políticas libremente, de materializar el desarrollo de una conciencia social por el temor a sufrir represalias en su entorno laboral, a que pueda influir en una carrera profesional, a que ningún empresario se atreva a mantener en plantilla o, mucho menos, contratar a un rojo que tenga la osadía de defender los derechos laborales reconocidos y consagrados por la bendita e inviolable Constitución del 78.
En este tiempo he comprobado, atónito, como el único arma verdaderamente efectivo que poseemos, con fuerza suficiente para tratar de cambiar de alguna manera las cosas, cual es el sufragio, es utilizado por mis conciudadanos para mantener en el Gobierno a aquellos que dictan las normas que anteponen los intereses de una minoría elitista de ricos poderosos por encima de las necesidades básicas de los seres humanos, es decir, sobre los derechos y necesidades de ellos mismos; las normas que facilitan que sean despedidos de sus empleos, o los mantengan en condiciones cada vez más precarias; que reprimen su más básico derecho al pataleo, equiparando hasta las acciones de resistencia pasiva a actos de cruel terrorismo o a los de golpistas cutres de infausto recuerdo; que delimitan gruesas líneas entre ricos y pobres de cara al acceso al sistema de justicia, la sanidad o la educación (cuando no, incluso entre sexos: los niños con los niños, las niñas con las niñas, ¿verdad locuaz contertulio convertido en ministro?); que promueven las bondades de mandar a nuestros hijos y nietos a la amargura de una emigración que nosotros mismos sufrimos, incapaces de cumplir con la obligación contraída con la sociedad de crear las condiciones óptimas para que uno pueda ganarse la vida en su propia tierra, arguyendo, con el cinismo y el sabor rancio del Nodo, un supuesto carácter aventurero de los jóvenes hispanos.
Y es que en este lugar o país, madre o madrastra, suegra o suegrastra, los presidentes, ex ministros y socialistas de carnet de primera, terminan asesorando a multinacionales energéticas, debidamente privatizadas previamente, en lugar de promover bancos de alimentos o fomentar la creación de industrias que generen empleo digno a aquellos ciudadanos que les convirtieron en privilegiados, lo mismito que sus supuestos antagonistas ideológicos. Así que vaya ejemplo.
En este lugar nos hacen poner 1.000 € por cabeza para sanear a los bancos. Sí a esos mismos, que nos han robado los ahorros de toda la vida depositados en preferentes, que nos han hipotecado nuestro piso por el 120% del valor de una tasación irreal realizada por cómplices a su servicio y que, ahora que nos hemos quedado sin empleo y no podemos pagar, nos quitan nuestros techo y el de nuestros hijos o abuelos y al que todavía seguimos debiendo el capital más intereses más penalizaciones. Cuando no han sido los causantes de la muerte de aquellos que no han aguantado más la vileza de una situación agónica e indigna por injusta. Así de irónico.
En este lugar, se está gestando una revolución. Pero no es la que nosotros creíamos. Los que algunos el 15 M soñaban. No. Es de signo absolutamente contrario. Es silenciosa. Sibilina. Es metódica y eficaz. Tan eficaz que, el único arma verdaderamente efectivo que poseemos, con fuerza suficiente para tratar de cambiar de alguna manera las cosas, cual es el sufragio, es utilizado por mis conciudadanos para mantener en el Gobierno a semejantes alimañas.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Gora Catalunya Ceive

La timorata transición española que hemos padecido en España los últimos 37 años no ha solucionado casi ninguno de los problemas fundamentales de nuestra sociedad y, por supuesto, no lo ha hecho con el problema de la integración y organización de los diferentes territorios que componen el actual Estado español.
Ahora que la crisis ya aprieta y ahoga, se convierte en el caldo de cultivo ideal para que los poderosos terratenientes esgriman las distintas banderas de sus diferentes feudos y alienten a las masas en nombre de la patria, que siempre funciona, cuando únicamente buscan el perpetuarse en sus posiciones predominantes.
La innegable demostración de músculo de los soberanistas llevada a cabo en Cataluña en las últimas fechas pone de manifiesto la aceleración de las inquietudes independentistas tanto en este territorio como en el País Vasco (algo menos en Galicia, aunque también) mientras que, por otro lado, se aviva el nacionalismo español con su afán centralizador.
Creo que ha quedado suficientemente demostrado que el sistema de CCAA, que trataba de contentar a todos sin molestar a nadie, no tenía razón de ser para la mayoría de las regiones españolas y que fue creado para tratar de satisfacer a las anteriormente referidas que, al fin y al cabo son las que poseen una base histórica, cultural, lingüística, que las identifica indudablemente como pueblos diferenciados del resto de los que forman la Península.
Así pues, el sistema no ha servido más que para encorsetar las ansias cada vez mayores de soberanía propia de estos territorios y a la vez, para favorecer el caciquismo de cortijo de los señores locales que han ido colocando en la órbita del poder a todo allegado que les ha venido en gana, despilfarrando el dinero público como si fuera caído del cielo, cual maná.
Aunque yo estoy convencido que el problema de lo que generalmente llamamos crisis, es más bien una quiebra del sistema económico global, una lucha de clases entre los de arriba y los de abajo independientemente de los territorios y que ésta es la pelea que realmente tendríamos que enfocar para tratar de conseguir un mundo más justo, más limpio, más equitativo, la realidad nos lleva a concluir que en el caso español, el experimento autonómico no ha salido bien y el crédito se ha agotado.
Es un derecho fundamental internacionalmente reconocido el de la autonomía y soberanía de los pueblos.
Bien, quizás ya, por fin, haya llegado el momento de afrontar de una manera madura el divorcio. De pasar del “tenemos que hablar” a negociar las condiciones de la posible separación. Y hablo de posible porque a estas alturas tampoco nadie puede asegurar de antemano el resultado de un referéndum por la independencia en Cataluña o el País Vasco.
Por ello, lo que habría que establecer es el marco en el que los ciudadanos y ciudadanas de los pueblos con interés independentista pudieran decidir libremente si continúan perteneciendo al proyecto español o prosiguen su camino en solitario, así como el plan de ruta a seguir para estructurar la organización del territorio en función del resultado de la consulta.
A todo esto hay una cosa que me hace tener la mosca tras la oreja. No sé si es que tanto escuchar y leer sobre teorías conspiranoicas, me he hecho más desconfiado. Me da la sensación que en muchos medios de comunicación, panfletos y NOticiarios DOcumentales, básicamente dominados por intereses de la derecha, de esos que fusilaban sin piedad a los que rompían España, están dejando abierta la posibilidad a una hipotética secesión, hablando más de sus consecuencias, (que si qué harán los pobres catalanes solos frente a Europa, que si el Barça tendrá que jugar una liga de apátridas, y así) que de la inviolabilidad del sacro santo reino de España, como en ellos era habitual.
Quizás la derecha se haya dado cuenta que, ante la imposibilidad de gobernar jamás los territorios vascos y catalanes, sea mejor separarse de ellos. Manteniendo la misma legislación electoral tendríamos PP para décadas en el resto del Estado. Quizás, de esa manera pudieran llevar la política centralista que tanto añoran. Y el PSOE a chupar rueda. Por torpes.
Y a todo esto, del federalismo ni hablamos. Pá qué.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Manzanas Envenenadas

Alfredo fue un emigrante gallego de esos que a finales de los años 70 dejó su aldea, cogió a su mujer y a sus dos hijos pequeños y se marchó a Londres a trabajar. Allí vivió compartiendo pequeños apartamentos con otros familiares. Vamos, lo que en los últimos años hemos conocido en España como pisos pateras, para entendernos. Fue alternando distintos modestos empleos, sobre todo en la hostelería. Alfredo no era un hombre con estudios. En aquella época y en aquellos lares, desde muy pequeños, se les educaba en una filosofía práctica basada en que, únicamente, el esfuerzo y el trabajo eran el medio para conseguir un determinado objetivo vital. Este no era más que ganarse la vida, tener para construirse poco a poco, con paciencia, su casa en su aldea y, a poder ser juntar unos ahorrillos para, algún día, retirarse a esos ásperos campos gallegos con Maruja.
Alfredo regresó, ya sin Maruja a la que la vida la venció y no pudo terminar con él el camino hasta el final y compartir el resultado de su proyecto con su marido, y se fue a vivir a la casa levantada con el resultado de horas y horas de duro trabajo, y con unos pocos ahorros con los que complementar la pensión de jubilación. Ahorros que confió a esa figura de la aristocracia aldeana que el tiempo ha terminado por situar a la misma altura que el cura, el alcalde, el médico y el comandante del puesto de la Guardia Civil, tal cual alguna peli de Berlanga: el Director de la Caixa Galicia al que, por alguna extraña  razón, algunos lugareños continúan con la costumbre de rendir pleitesía y de agradecer sus embustes con variados productos de la tierra en no pocas ocasiones.
En él deposita su confianza y sus ahorros. Y a cambio recibe lo que, con el tiempo se descubre es una manzana envenenada: Obligaciones Subordinadas.
Alfredo nos deja en el año 2010 sin siquiera suponer que, con el paso de apenas dos años, aquellos modestos ahorros que consiguió juntar estaban a punto de evaporarse en medio de nebulosas de extrañas palabras, de mercados secundarios, de productos híbridos, de cotizaciones infernales.
Y ahora, mientras sus hijos andan deambulando de un lado a otro, mendigando, al menos un mínimo de información, que les permita recuperar algo de lo que Alfredo les dejó, el señor de Guindos aprovecha las rebajas de Agosto para comprarse un chalet nuevo que le ha quedado muy apañadito de precio, pues no sabe de números ni nada el señor ministro, los directivos de las Cajas y Bancos españoles se frotan las manos con los dineros que les van a quedar cuando se jubilen o el señor Adelson deshoja la margarita de ver en que pueblecito de este país bananero monta su mega burdel con la financiación concedida por bancos españoles que, volverán a hacer ricos a unos cuantos y terminaremos pagando unos muchos. Y si no al tiempo.
Y es que, de todo esto, lo peor es la impotencia que estos miles de afectados sienten al comprobar el grado de indefensión ante un sistema que varía las leyes a su antojo para seguir beneficiando a los poderosos y al que no le tiembla el pulso si tiene que ofrecer más sacrificios humanos a las fauces del volcán de los mercados, la banca o los grandes empresarios con tal de saciar su voraz apetito.

sábado, 21 de julio de 2012

Solidaridad Imprescindible

En estos últimos días, han despedido a uno de mis más cercanos compañeros y amigos. Podía haber sido yo, podíamos haber sido los dos, pero le ha tocado a él. Causas económicas, por supuesto.
Mientras tanto, el Gobierno continúa con su vorágine de desmantelamiento de todo el sistema económico y social, de todo lo que huela a servicio público. Entre otras medidas dejan a los funcionarios sin su paga de navidad y les retiran días de libre disposición. Estoy en absoluto desacuerdo con la pérdida de derechos de este último paquete de recortes con el que nos obsequian, tanto en lo que se refiere a los funcionarios públicos como los que afectan a otros colectivos como ocurre, también con los desempleados o los pensionistas. Y fundamentalmente con estos últimos ya que, a mi entender, afectan a aquellos ciudadanos más desprotegidos.
La reacción de los funcionarios ha sido enérgica. Se han llevado a cabo múltiples manifestaciones en toda España. Y parece que sólo es el comienzo de lo que parece inevitable: una revolución en defensa del Estado Social, Democrático y de Derecho que, de facto, es lo que se está desmantelando de manera fulminante. Los trabajadores del sector privado, así como los anteriormente reseñados, pensionistas, desempleados y demás sectores y ciudadanos con conciencia social, están secundando y apoyando las movilizaciones que se están produciendo en las últimas fechas. Siempre he considerado que el funcionariado era el colectivo clave para ejercer la presión necesaria para evitar el derrumbe de los derechos y libertades de nuestra sociedad. Sin embargo, deben ser conscientes de que forman parte de una totalidad y constituirse en referente solidario del esfuerzo por el mantenimiento de un sistema democrático libre y justo para toda la sociedad.
Detalles como el de los policías antidisturbios quitándose el casco ante una manifestación de compañeros o pidiéndoles por favor que retrocediesen, son significativos de que comienzan a aparecer ciertos signos de solidaridad de determinados sectores o colectivos con otros.
Sin embargo, también he echado en falta que desde alguno de los representantes de los funcionarios, en sus declaraciones, se hiciera referencia a la penosa situación en la que se deja a determinados colectivos y sectores con toda la cascada de medidas antisociales que vienen siendo tomadas de un tiempo a esta parte.
No podemos caer en la trampa de pensar que pertenecemos a clases diferentes. Estamos en el mismo barco. Todos juntos.
Personalmente, no me gusta cuando hacen referencia al hecho de que son ellos siempre el blanco de la injusticia de las medidas del Ejecutivo. Cierto es que, como he dicho, son claves e imprescindibles si queremos mantener un sistema en el que nuestros impuestos sirvan para tener derecho a una educación, una sanidad y una serie de servicios públicos imprescindibles para vivir en una sociedad justa, pero yo que como otros muchos, trabajamos en el sector privado, hemos sido y seguimos siendo tan perjudicados, al menos como cualquier funcionario.
Desde el año 2008 a esta parte, yo ya he perdido alrededor de un 60% de mis ingresos. Y soy un asalariado medio, no un alto ejecutivo ni nada por el estilo. Y ahora mismo, con suerte de seguir siéndolo. Me levanto todas las mañanas pensando si será mi último día de trabajo en mi actual puesto de trabajo. Yo no puedo reclamar auxilio a sindicato alguno, sin poner en serio peligro, no ya una parte de mi sueldo sino mi puesto de trabajo, ni siquiera a un delegado sindical, ya que, en muchas ocasiones, y sobre todo en empresas medianas, ese puesto está ocupado por la persona “aconsejada” por el patrón o, simplemente por algún o alguna Mónica dispuesto/a a aliviar cualquier tensión del Bill de turno. Para muchos trabajadores en este momento, el cobrar sin problemas sus salarios, el tener vacaciones o el cumplir una jornada laboral con las horas establecidas por ley o cobrando las extras es, cuanto menos, una utopía.
Lamento las medidas tomadas contra los funcionarios y que afectan a sus ingresos y calidad de vida y apoyo todas sus acciones en defensa de sus derechos. Como lamento y apoyo las relativas a las que conciernen a la merma de derechos de estudiantes, jubilados, parados y trabajadores del sector privado.
Es posible que lo que aquí escriba no sea del todo políticamente correcto en este momento y en los lugares a donde pueden llegar estas líneas pero, hubiera sido muy higiénico que, el colectivo de funcionarios hubiera demostrado hace ya tiempo, el grado de comprensión y solidaridad con el resto de la sociedad que, ahora, está recibiendo por parte de esta.
Argumentar ante un parado que va a perder un 10% de sus ingresos a partir del séptimo mes de prestación por desempleo, dinero imprescindible para mantener a su familia y que no tiene perspectiva actualmente de encontrar trabajo, que al quitarle al funcionario la paga de Diciembre no le va a poder comprar los Reyes a los niños, me parece, cuanto menos, de un grado de superficialidad anti solidaria bastante peligroso.
Ha llegado el momento de ser conscientes de que no somos unos y otros sino un conjunto que ha de mantenerse homogéneo en sus reivindicaciones y actuar en común en contra de un Gobierno que no es más que un pelele dirigido desde el exterior de nuestro país y al que no va a temblarle la mano a la hora de seguir aplastando a los ciudadanos con tal de mantener sus posiciones de privilegio.