sábado, 21 de julio de 2012

Solidaridad Imprescindible

En estos últimos días, han despedido a uno de mis más cercanos compañeros y amigos. Podía haber sido yo, podíamos haber sido los dos, pero le ha tocado a él. Causas económicas, por supuesto.
Mientras tanto, el Gobierno continúa con su vorágine de desmantelamiento de todo el sistema económico y social, de todo lo que huela a servicio público. Entre otras medidas dejan a los funcionarios sin su paga de navidad y les retiran días de libre disposición. Estoy en absoluto desacuerdo con la pérdida de derechos de este último paquete de recortes con el que nos obsequian, tanto en lo que se refiere a los funcionarios públicos como los que afectan a otros colectivos como ocurre, también con los desempleados o los pensionistas. Y fundamentalmente con estos últimos ya que, a mi entender, afectan a aquellos ciudadanos más desprotegidos.
La reacción de los funcionarios ha sido enérgica. Se han llevado a cabo múltiples manifestaciones en toda España. Y parece que sólo es el comienzo de lo que parece inevitable: una revolución en defensa del Estado Social, Democrático y de Derecho que, de facto, es lo que se está desmantelando de manera fulminante. Los trabajadores del sector privado, así como los anteriormente reseñados, pensionistas, desempleados y demás sectores y ciudadanos con conciencia social, están secundando y apoyando las movilizaciones que se están produciendo en las últimas fechas. Siempre he considerado que el funcionariado era el colectivo clave para ejercer la presión necesaria para evitar el derrumbe de los derechos y libertades de nuestra sociedad. Sin embargo, deben ser conscientes de que forman parte de una totalidad y constituirse en referente solidario del esfuerzo por el mantenimiento de un sistema democrático libre y justo para toda la sociedad.
Detalles como el de los policías antidisturbios quitándose el casco ante una manifestación de compañeros o pidiéndoles por favor que retrocediesen, son significativos de que comienzan a aparecer ciertos signos de solidaridad de determinados sectores o colectivos con otros.
Sin embargo, también he echado en falta que desde alguno de los representantes de los funcionarios, en sus declaraciones, se hiciera referencia a la penosa situación en la que se deja a determinados colectivos y sectores con toda la cascada de medidas antisociales que vienen siendo tomadas de un tiempo a esta parte.
No podemos caer en la trampa de pensar que pertenecemos a clases diferentes. Estamos en el mismo barco. Todos juntos.
Personalmente, no me gusta cuando hacen referencia al hecho de que son ellos siempre el blanco de la injusticia de las medidas del Ejecutivo. Cierto es que, como he dicho, son claves e imprescindibles si queremos mantener un sistema en el que nuestros impuestos sirvan para tener derecho a una educación, una sanidad y una serie de servicios públicos imprescindibles para vivir en una sociedad justa, pero yo que como otros muchos, trabajamos en el sector privado, hemos sido y seguimos siendo tan perjudicados, al menos como cualquier funcionario.
Desde el año 2008 a esta parte, yo ya he perdido alrededor de un 60% de mis ingresos. Y soy un asalariado medio, no un alto ejecutivo ni nada por el estilo. Y ahora mismo, con suerte de seguir siéndolo. Me levanto todas las mañanas pensando si será mi último día de trabajo en mi actual puesto de trabajo. Yo no puedo reclamar auxilio a sindicato alguno, sin poner en serio peligro, no ya una parte de mi sueldo sino mi puesto de trabajo, ni siquiera a un delegado sindical, ya que, en muchas ocasiones, y sobre todo en empresas medianas, ese puesto está ocupado por la persona “aconsejada” por el patrón o, simplemente por algún o alguna Mónica dispuesto/a a aliviar cualquier tensión del Bill de turno. Para muchos trabajadores en este momento, el cobrar sin problemas sus salarios, el tener vacaciones o el cumplir una jornada laboral con las horas establecidas por ley o cobrando las extras es, cuanto menos, una utopía.
Lamento las medidas tomadas contra los funcionarios y que afectan a sus ingresos y calidad de vida y apoyo todas sus acciones en defensa de sus derechos. Como lamento y apoyo las relativas a las que conciernen a la merma de derechos de estudiantes, jubilados, parados y trabajadores del sector privado.
Es posible que lo que aquí escriba no sea del todo políticamente correcto en este momento y en los lugares a donde pueden llegar estas líneas pero, hubiera sido muy higiénico que, el colectivo de funcionarios hubiera demostrado hace ya tiempo, el grado de comprensión y solidaridad con el resto de la sociedad que, ahora, está recibiendo por parte de esta.
Argumentar ante un parado que va a perder un 10% de sus ingresos a partir del séptimo mes de prestación por desempleo, dinero imprescindible para mantener a su familia y que no tiene perspectiva actualmente de encontrar trabajo, que al quitarle al funcionario la paga de Diciembre no le va a poder comprar los Reyes a los niños, me parece, cuanto menos, de un grado de superficialidad anti solidaria bastante peligroso.
Ha llegado el momento de ser conscientes de que no somos unos y otros sino un conjunto que ha de mantenerse homogéneo en sus reivindicaciones y actuar en común en contra de un Gobierno que no es más que un pelele dirigido desde el exterior de nuestro país y al que no va a temblarle la mano a la hora de seguir aplastando a los ciudadanos con tal de mantener sus posiciones de privilegio.

sábado, 7 de julio de 2012

Estado De Imbecilidad

Yo no sé si los ciudadanos españoles vivimos bajo una penosa situación de lo que algunos llaman Indefensión Aprendida o si es una cuestión genética que nos aboca a permanecer en estado de imbecilidad permanente. Tampoco estoy seguro de que el problema sea nacional. Más bien, tengo la sensación de que es una cuestión  transfronteriza, como así lo demuestran los resultados electorales cosechados el mes pasado en Grecia y que han sido los culpables de que entrara, personalmente, en estado catatónico, incapaz de expresar mi absoluto desconcierto, tan siquiera a través de la vía de escape que supone para mi bienestar mental el plasmar mis ideas, sentimientos, emociones en este blog. Me cuesta aceptar que la única herramienta política pacífica y con eficacia suficiente de la que disponemos los ciudadanos corrientes para tratar de hacer nuestras vidas, ya no mejores, al menos dignas, cual es el sufragio, seamos incapaces de orientarla a tal fin. Por supuesto que no es la única, pero sí es la que, de una manera fácil y anónima nos faculta para elegir quién nos dicte las normas durante un tiempo determinado. No todos poseemos las mismas capacidades participativas, la misma disponibilidad de tiempo, pero sí que, de momento, disponemos del poder de, mediante tal sencillo acto, llevar a cabo los cambios que se necesitan en nuestra sociedad.  Me resulta inaudito, deprimente, totalmente desmotivador, desmoralizador ver como los responsables de la crisis griega, los dirigentes de los dos partidos que, después de haber quebrado económica, social, moralmente al país heleno, continúen siendo los responsables de seguir dirigiendo los designios de sus ciudadanos. Y lo peor es que ha sido porque ellos lo han decidido así. Llegué a tener la absoluta convicción de que las elecciones griegas serían el momento catártico que derribaría la última piedra de los gobiernos de los Entes y supusiera la primera para el gobierno de las personas. Estaba equivocado. Y es que el problema debe ser de base. Me refiero a los mismos cimientos de la naturaleza humana. Ese Ser en el que, salvo por contadísimas excepciones, prevalece su instinto depredador, egoísta, zafio, irresponsable e interesado.
En España nos encontramos en una situación parecida. Llevamos seis larguísimos meses de gobierno del PP en el que se pone en evidencia, día tras día, cada una de las contradicciones y engaños en los que, sin pudor alguno, incurren sus miembros amparados, una vez más, en la legitimidad de unos votos recibidos de ciudadanos como nosotros, tiempo en el que se manifiesta que cada una de las decisiones que ahora imponen a nuestra sociedad son antagónicas a las defendidas hace meses cuando eran oposición. Cada una de sus medidas tienden a restringir derechos que habían sido conquistados a través de siglos de lucha y que, ahora, de un plumazo desaparecen ante nuestra más que irritante indolencia. Ojo, no nos engañemos, recortes que ya habían iniciado los mandatarios del otro partido que hasta ahora sigue formando parte de la dicotomía en la que se basa nuestro sistema partidista y que no son más que la otra cara de la misma moneda. Las clases trabajadoras están siendo objeto de un absoluto saqueo, tanto económico como social, un arrebato de algunos de los valores más íntimos de la personalidad como su dignidad. Subidas de impuestos, copagos, recortes sanitarios y educativos, peajes en carreteras, más impuestos, más recortes, más copagos. El otro día escuché a ese personaje que parece salido de alguna de las más deprimentes películas de Pajares y Esteso, el señor Rosell, el de la CEOE, fiel portavoz del Gobierno a lo que parece, avisando de que habría que recortar en aquellas partes hasta ahora innombrables e intocables. Y bien, se tocarán. Se utilizará para el cálculo de la base de cotización el total de la vida laboral, con lo que la pensión no sé si se cobrará en pesetas, en Euros o parte y parte. Eso significa un mayor empobrecimiento de la clase media, ahora y, cada vez más, baja, bajísima. Por supuesto, esto no afectará a las pensiones garantizadas de directivos bancarios. Faltaría más, pobrecitos, con lo que trabajan. Ni van a decidir bajar hasta el salario mínimo los sueldos de sus señorías. ¿O acaso lo que queremos es mandatarios menesterosos? Y lo que me parece ya el colmo de la desvergüenza: se recortará el tiempo al que tendremos derecho al desempleo de dos a un año o año y medio, según la fuente de la filtración. Es decir, que a aquel que lleve once meses buscando trabajo y no lo encuentre, de buenas a primeras se encontrará con que en vez de un año, le quedará un mes de paro. Pero claro, ya se sabe, partimos de la base de que no ha estado buscando trabajo sino tocándose los cojones como buen vago español. Total, si estamos desbordados de jugosas ofertas de empleo por doquier y nos podemos permitir el lujo de seguir a la bartola indefinidamente.
La realidad es que dicen que hay gente que rechaza por deporte ofertas válidas de empleo. Las habrá. Pero que los empresarios se están aprovechando de la situación
-          ofreciendo salarios muy por debajo de lo que marcan convenios, por lo que una persona que cobra más en el paro que siendo explotado elegirá seguir apuntado como desempleado en el Inem, sí,
-          despidiendo personal para inmediatamente hacer que trabajen en la misma empresa sin asegurar, cobrando al mismo tiempo el paro, sí,
-          recortando derechos adquiridos, haciendo trabajar al personal más horas de las que les corresponde sin contraprestación alguna, sí,
-          llevando a cabo Ere´s por los que, por una puerta salen unos trabajadores y por la otra entran los nuevos que les sustituyen en las mismas funciones pero que salen más baratos gracias a las nuevas condiciones de la reforma laboral, sí. Etc.,
sin duda alguna.
Los círculos más concéntricos al Poder, señoras y señores de bien, se echan las manos a la cabeza con las acciones violentas de los mineros estos días. Y no se dan cuenta de lo que están creando. Si hasta ahora, no se había producido un estallido social más violento en otros ámbitos sociales quizás sea porque, de alguna manera, la gente que había perdido el trabajo estaba cubierta por prestaciones y subsidios que, al menos les permitían vivir, pero, ¿qué ocurrirá en un par de años cuando haya, no sé, dos millones de parados más, (al menos, ya que uno va a salir del próximo recorte de personal de administraciones y empresas públicas, según las medidas propuestas por el “Ministro” Rosell) y además no haya forma de encontrar empleo legal alguno, ni prestaciones que cubran esa contingencia? ¿Qué ocurrirá cuando el número de los que pasen hambre de verdad se multiplique y tengan que buscar de la manera que sea la forma de alimentarse a ellos y a sus hijos?
Quizás no pase nada y sigamos afectados de la misma imbécil inactividad actual, dejándonos llevar hasta el suicidio pasivo mientras vemos repetidas en la televisión las glorias deportivas de nuestros héroes nacionales y continuemos eligiendo a los mismos líderes que ahora nos manejan por miedo a que las cosas cambien a peor. Pero a peor, ¿para quién?

martes, 22 de mayo de 2012

Entre Pitos y Silbidos

Tremenda polémica nacional la que hay montada. Este viernes se disputa la final de la Copa del Rey de fútbol entre el Athletic Club de Bilbao y el F. C. Barcelona. Pues bien, parece ser que, lejos de centrarnos en un supuesto espectáculo balompédico entre dos equipos, el del sr. Bielsa, que ha conseguido hacer jugar como los ángeles a un puñado de chavales que, hasta la fecha, nos habían hecho creer que sabían correr y poco más y el del sr. Guardiola en su enésima final de los últimos cuatro años, la diversión estará en si una, la otra o las dos hinchadas en perfecta comunión convertirán el Vicente Calderón en una especie de Coliseo dedicado durante unos pocos minutos, a la práctica del silbo mientras se ejecuta el himno unificador de los pueblos hispanos.
El caso es que el jaleo está servido. Desde Esperanza, erigida en la nueva Agustina de Aragón, o de los Madriles, que al caso nos vale, hasta los curritos de a pie, han puesto el grito en el cielo ante semejante agresión a la integridad de nuestro país. Se me ocurrió, en medio de una conversación sobre tan interesante tema comentar a dos compañeros que no somos el único lugar en el que estas cosas ocurren y cité el caso de la selección francesa, también de fútbol, abucheada en el mismísimo Parque de los Príncipes de París. Y para qué más. Que si eso es diferente. Que si eso es porque están invadidos por hordas extranjeras de sarracenos y moros precursores del perroflautismo, y así. Pero que en España, es diferente y, por tanto, inconcebible.
A mí, que soy poco dado a levantarme por las mañanas y decirme a mí mismo “Buenos días, me llamo Paixer y soy español” (ojo o gallego o madrileño o…), ni suelo aferrarme a bandera alguna, de este momento me llamó la atención lo fácil que es hacer saltar a la gente con un tema de este tipo y, en comparación, lo poco indignado que está alguno ante la terrible situación en la que, en realidad nos encontramos.
Tenemos de facto el país intervenido, lo que supone que las decisiones económicas y, por tanto las políticas son tomadas allende nuestras fronteras. Para más señas entre Bonn y Berlín. Como escuché a alguien decir en la tele el otro día, si estuviéramos en la Edad Media estaríamos anexionados a otro país. O por decirlo de otra manera. Lo que no consiguió Alemania con dos Guerras Mundiales parece que lo va a lograr a través del hábil manejo de los mercados y las instituciones financieras internacionales: anexionarse el resto de Europa. ¿Que soy tremendista? Bueno, ustedes verán.
Así pues,  la España que conocíamos hasta ahora no ha sido vencida por los intereses de los nacionalistas peninsulares sino por el feroz liberal-capitalismo. No han sido los rojos republicanos sino aquellos que han estado escondidos tras las máscaras de leales monárquicos constitucionalistas.
Y de esto, ¿qué dirán los militares? Casi mejor, ni pensarlo.
Por tanto, entre el tema de los pitos y silbidos y la vuelta a los papeles del romántico asunto de Gibraltar con su épico tufillo a aquellos gloriosos días de la reconquista de Perejil, se ha conseguido desviar la atención de cosas superfluas como el asunto Bankia, las vacaciones de Carlos Dívar, las movilizaciones en pro de la educación pública, los líos de la Corona o el ruido de los perroflautas frente la sede de La Caixa. Ya no importa la prima de riesgo, ni los Eres, ni los suicidios, ni las políticas de los títeres del Gobierno español en favor de salvar el dinero de los acreedores alemanes aunque sea a costa de la piel de los ciudadanos españoles. Lo importante es que no se deshonre al Rey, al himno y a la bandera.
Recuerda en algo a cuando en Mayo de 1808 el pueblo de Madrid se levantó vara, piedra o navaja en mano para expulsar al invasor francés y restaurar a un rey, Fernando VII, monarca sanguinario, traidor y defensor del absolutismo pero….español. O todo lo español que puede ser un Borbón o en su momento un Austria.
España no es un ente en sí mismo. No tiene una soberanía intrínseca a su territorio. Durante mucho tiempo, residía en el  monarca de turno y su carácter divino. Después, pasó a las manos del pueblo. O eso dicen. Por lo menos así glosa en la Constitución del 78. Pero esto ya no es así. La soberanía partió más allá de nuestras fronteras y ahora reside en Bonn, en Manhattan o en el ciberespacio. Lo cierto es que los ciudadanos españoles ya no somos responsables de nuestros aciertos o nuestros errores.
Resumiendo que, en tiempos duros, cuando la crisis aprieta y ahoga, el agitar las banderas e invocar la patria siempre surte los efectos que los gobernantes, que tan hábilmente nos manipulan, precisan para continuar disponiendo a su antojo del poder económico y por tanto del político. Y es que, para que haya ricos siempre debe haber pobres. Y cuanto más pobres éstos, más ricos aquellos.

lunes, 16 de abril de 2012

Ante todo, la patria

La señora Cristina Fernández no es santa de mi devoción (laica y republicana, entiéndase), ya que a mi entender, el populismo no es más que uno de los pilares en donde se asientan las bases del más chusco fascismo y ver a esta señora comiendo Milkas o alentando las patrióticas conciencias en pro de unas Malvinas argentinas, denotan una tendencia clara y peligrosa. Como cantaba Carlos Cano “Cada vez que dicen patria – pienso en el pueblo y me pongo a temblar- en las miserias que vienen- y en los fantasmas de la soledad”. Y la expropiación de YPF no puedo percibirla más que en este contexto, viniendo de quien viene.
No obstante, tengo que decir, que seré un antipatriota, según el ministro de Industria de mi país, ya que no advierto tal pérdida como algo propio, no me he sentido agredido en mi integridad física, no ha sido arrancada mi identidad de cuajo. Escuchar el otro día al señor Soria en tono amenazador y paternalista, como se riñe a un crío, me recordó por unos instantes aquella gloriosa descripción de la épica “batalla de Isla Perejil” de aquel otro prohombre de las filas Populares, tan amigos de salvarnos a los españolitos de las amenazas extranjeras. Está visto que ahora sí que nos respetan esos sudacas y no con el calzonazos del Zapatero. Ya volvemos a ocupar el lugar que nos corresponde en el panorama mundial.
De este asunto me preocupa la posible pérdida de empleos que pudiera conllevar la ya comentada operación de nacionalización y el consiguiente drama personal para esas personas. Si es que tal situación termina por ocurrir.
Por lo demás, no sentía antes el menor apego a una empresa que participa de un cuasi monopolio en España en lo que se refiere a la comercialización de carburantes y ahora no ha cambiado mi forma de pensar.
Es penoso ver la forma en que el actual Gobierno español salta ante la decisión del Gobierno argentino para proteger a una empresa privada al tiempo que no le tiembla el pulso para crear un marco en nuestro país en el que esa misma empresa y otras corporaciones del estilo puedan dejar sin empleo a miles de trabajadores, llegando a ser ya más de 5 millones de desempleados, para subir la presión fiscal de las clases medio-bajas, mientras se aprueba una amnistía fiscal de la que se aprovecharán aquellos que no han estado cumpliendo con sus obligaciones solidarias con el resto de conciudadanos que si lo hacen, para acabar con los servicios públicos que nuestros impuestos han pagado durante generaciones y que la clase a la que pertenecen ha dilapidado para poder llenarse los bolsillos a costa de nuestra salud y nuestra educación, para manipular la Constitución a su antojo, para pretender reinstaurar la censura y eliminar derechos básicos como el de reunión, privándonos de lo poco que nos queda: el derecho al pataleo. Para crear, al fin, las bases de un nuevo sistema, que, en realidad lleva vigente desde hace años, la dictadura de las grandes corporaciones y de las fuerzas financieras que saltan, como estamos ya viviendo, por encima de las fronteras de los antiguos Estados, superados por fuerzas intangibles.
Y mientras todo esto sufrimos, nuestro jefe de Estado, al que, tampoco tenemos derecho a elegir, participa en cacerías de elefantes en exóticos países al estilo de los antiguos torneos medievales, acrecentando de esta forma la sensación de que la brecha se dilata y aleja a monarcas y siervos, a políticos y ciudadanos.
Así pues, todo esto es lo que sí me preocupa, me duele, me hace aumentar la sensación de impotencia y de rabia. Estaría bien, señor Rajoy, que sintiese la misma indignación cada vez que un empresario echa a la calle a un puñado de trabajadores de los que durante años se ha servido para hacerse rico y que ahora se convierten en material de desecho. Pero claro, serán daños colaterales. Ante todo, está la patria.

miércoles, 11 de abril de 2012

El Cuento Alemán

Escuchar al Ministro de Educación fomentando el interés que debieran tener los jóvenes españoles por los cantos de sirena en modo de empleo que, presuntamente provienen desde Alemania, supone una pésima señal acerca de la confianza en el país, en la capacidad de sus gobernantes y en la eficacia de sus propias acciones de gobierno. Las noticias sobre la aparente necesidad que tienen los germanos de contratar a trabajadores de esta parte de la península Ibérica, y más concretamente ingenieros, con las que los mass media de las pandillas neo con nos invaden últimamente (incluyendo la renovada TVE, puesta al servicio en tiempo récord de los susodichos), queriéndonos hacer ver la superioridad de la raza de descendientes del Cid para los menesteres que precisen nuestros aliados centroeuropeos, me hacen llegar a varias conclusiones.
En primer lugar, que el sistema educativo alemán debe ser bastante flojo, por decirlo de alguna manera, ya que no es capaz de surtir a su industria de técnicos preparados y capaces para seguir manteniéndose en  la posición de vanguardia tecnológica que hasta ahora venían ocupando.
Así mismo, nuestro sistema educativo, ese cuyos presupuestos se hace inevitable recortar para salvar los del ejército, la casa real o la iglesia, infinitamente más importantes e imprescindibles, no debe andar tan mal, cuando es apto para preparar a tantos trabajadores con los que proveer de mano de obra especializada e instruida a las más punteras empresas alemanas. Entonces, ¿por qué desmantelar un sistema que, por lo menos a los alemanes, si parece aportarles importantes beneficios? Puede que para que puedan aumentar su cuenta de resultados los de la Obra y demás amiguetes.
Por otra parte, nuestra industria y nuestra clase empresarial deja mucho que desear si se queda impávida ante la bochornosa imagen de nuestros mayores talentos teniendo que agarrar el hatillo para buscarse las habichuelas fuera de nuestras lindes sin ser capaces de aprovechar las aptitudes de toda una serie de personas en las que se han destinado miles de euros para, finalmente colaborar al enriquecimiento del PIB de otros países, en lugar de trabajar de manera competente en la creación de empresas realmente eficientes y rentables desde el punto de vista no sólo económico sino también social. Acaso porque se prefiere invertir en pelotazos rápidos y contundentes en lugar de crear un tejido firme y consistente. Ojo, no es que me parezca mal que en un mundo que, gracias o por culpa en parte a los transportes, internet, etc., se ha hecho más pequeño, un ciudadano de donde sea apueste como opción de crecimiento personal y profesional buscar libremente horizontes donde quiera. El problema es cuando la razón es la necesidad.
En todo caso, tenemos que, por lo visto, las políticas activas del gobierno español en lo referente a acabar con el desempleo se basan en medidas tales como fomentar la emigración, ya que cuantos menos seamos, menos parados habrá.
Esta, se vería complementada con una segunda, la de promover el trabajo doméstico, el del ama de casa como Dios manda, para que, así, la mujer pueda dedicarse en cuerpo y alma a la función para la que fue creada y de esta manera pueda terminar sintiéndose realmente realizada en su condición de mujer. Ala, otras fuera del mercado laboral.
Si a esto añadimos la ingeniosa solución que barrunta el primer ministro en la sombra, Sr. Rosell de cambiar la manera en que se contabiliza el paro, no sabemos muy bien de qué forma, pues nada, pleno empleo conseguido.
Sin embargo, cuidado con el cuento alemán, ya que si de lo que se trata es de rebajar las cifras del paro sin reparar en el cómo ni en las consecuencias para la vida de esos seres bípedos que conocemos como humanos, a base de reducir los sueldos con empleos de a 2 € la hora y creando 7 millones de minijobs, estaremos fundamentando un sistema cimentado en las servidumbres propias de la Edad Media. Porque, ¿y si esto nos es el final, sino el principio de una evolución que nos lleve nuevamente a un Antiguo Régimen? Y es que siempre habrá gente más desesperada que se agarrará a un clavo ardiendo para poder subsistir. Y de eso se aprovechan.

viernes, 30 de marzo de 2012

Y ahora, qué

Y después de la huelga general, qué. Se ha parado una buena parte de la actividad económica del país. Se ha hecho cerrar, se ha destrozado algún escaparate, se ha quemado algún contenedor, se han enfrentado ciudadanos con ciudadanos exasperados por defender sus derechos, de unos y de los otros, conscientes o inconscientes, se ha evidenciado la división social, caminando detrás de diferentes banderas, de distintas siglas, de intereses ¿divergentes? Se ha palpado el miedo, la frustración, la cada vez más profunda brecha entre los que tienen y los que no, entre los de arriba y abajo, derecha e izquierda, tú y yo.
Hoy siguen mandando los de ayer, imponiendo normas cruelmente restrictivas, arrebatándonos derechos que no han sido regalados, que han sido fruto de años, siglos de lucha y sin sabores, de sangre y fuego, de idas y venidas. Y siguen mandando porque la legitimidad se la otorga el hecho de que la gran mayoría de ciudadanos de este Estado decidió el 20 N pasado votar a una formación política que, mediante una incesante campaña del marketing más duro, a través del cuasi monopolio de los medios de comunicación, de los centros de poder económicos y de producción, consiguió hacer creer a un gran número de ciudadanos que ellos eran como nosotros, que compartían nuestros problemas, que ellos eran los divinos enviados mesiánicos ungidos para la liberación de la nación. ¿Y qué le vas a hacer si te lo está diciendo la tele todo el día, no? La culpa, de Zapatero.
Hoy continúan favoreciendo, ya no sólo a los ricos, sino a los corruptos, a los narcos, a los delincuentes, a sus amigos, a todo aquel que se haya reído de nosotros hurtándonos nuestro dinero, ese que no declaró cuando y cuanto debía, ese que a ti, asalariado, te descuentan de tú nómina hoy en mayor cuantía que hace unos meses por el bien de la patria. De su patria.
Qué curiosa coincidencia que al Señor de la Gürtel, precisamente hoy, le rebajen la fianza. Cosas veredes, amigo Sancho.
Mientras, en su feudo Esperanza, sueña con un mundo sin sindicatos, sin perro flautas, sin hospitales ni escuelas públicas. Con limpiar el mal olor y poder convertir en Las Vegas la Plaza Mayor.
Así mismo, Gallardón, adalid de la Justicia, tanto etérea como terrenal, ha creado la oficina estatal de certificación de la hembra ibérica, santa, católica y apostólica, buena madre y esposa ejemplar, dando carpetazo, borrón y cuenta nueva a toda una historia secular de desigualdad, de injusticia para con la mujer. ¿Será una nueva táctica para acabar con el paro? Metiendo a la mujer en casa, tendremos más puestos de trabajo y menos desempleo…, vaya usted a saber si no seré yo mal pensado. Y de paso hacemos como dice el Rosell (el de la CEOE, que está de crecido que un día revienta. Creo que sueña con ser Ministro), cambiamos la forma de contabilizar a los parados y bajamos la tasa de desempleo. Amigos, no es que sea pitoniso, pero….al tiempo.
A aquellos que hablan de que hay que ir despacio porque vamos lejos, decirles que igual muchos nos quedaremos por el camino de tanto andar, de pasar hambre, de tener sed y frío. Que a veces, los atajos están para tomarlos. Que en ocasiones las soluciones para alcanzar algún fin, están en usar medios convencionales.
Así que, ahora qué. La huelga ha sido un principio o un final. A través de este tipo de acciones en la calle exclusivamente, ¿se conseguirá cambiar algo en la práctica?. ¿El ciudadano medio está en posición de mantener una lucha constante, activa o habrá que buscar alguna solución que acorte el camino? Veremos.

jueves, 9 de febrero de 2012

Garzón, ¡indígnese!

En los últimos tiempos los ciudadanos que compartimos esta tierra del extremo sudoccidental europeo, asistimos abochornados a la sucesión de despropósitos judiciales que ponen en evidencia el grado de desintegración de los valores democráticos y de la propia justicia que sufrimos desde hace tiempo. O quizás desde siempre. Independientemente de lo ajustado a Derecho que puedan o no estar las sentencias (y me refiero en este punto, de momento, a la de Camps por los trajes y a la de Garzón por lo de las escuchas a los de los trajes), el hecho es que se pone de manifiesto, una vez más, la larga batalla entre los conceptos de legalidad y justicia, entendida ésta como derecho abstracto y universal inherente tanto a las sociedades como a los individuos. Desde mi modesto entender, para un observador lejano e imparcial debe resultar cuanto menos chocante que, a la vista de lo visto y lo escuchado el amiguito del alma, al que sus propios guardaespaldas, a los que debe o les debemos pagar muy bien, por cierto, le dan 200 euritos ipso facto para pagar un trajecillo que se acaba de comprar, ande como unas castañuelas dando gracias a cuanta imagen oradora se encuentra por el camino y a no faltar mucho reivindicando, su lugar en la política mientras que al Juez, azote de socialistas corruptos y megalómanos peperos, de narcos y terroristas, lo inhabiliten para ejercer la labor que, durante años ha llevado a cabo y que tanto bien ha hecho en la sociedad y tantos poderosos enemigos, por ello, se ha creado. Figura controvertida, desde luego. Seguramente con un ego excesivamente alto. Puede ser. Pero innegablemente, última esperanza de aquellas madres de Arousa que tanto lloraban la muerte de sus hijos a causa de la avaricia de unos cuantos, de los humillados y asesinados por la sin razón de la dictadura pinochetista, y, como no, de la franquista. Y es aquí, hasta donde podríamos llegar. En este país la transición no se ha terminado de hacer, aunque se haya querido vender un idílico tránsito. Y está visto que los perdedores de la guerra, siguen sin tener el derecho que sí han tenido los vencedores: el de, al menos, poder enterrar a sus familiares en un lugar donde puedan ser llorados y recordados por los suyos. Parece que es pedir demasiado ¿Este es el valor de la transición? Sin duda, en el complejo tejido formado por poderes económicos, comunicativos, políticos y judiciales, que gobiernan de facto o en la sombra la sociedad española, siguen mandando los de entonces, que han sabido disfrazar los cambios para que todo siga igual que siempre. Quizás hasta que esta cuestión no sea vista por algún tribunal más allá de nuestras fronteras no tendremos una solución justa al mismo. Está claro que no hemos sabido solucionar nuestros asuntos nosotros solos y quedaría la esperanza de que esa instancia internacional pusiera punto final a una historia inacabada. Si es que esto es posible.
Mientras al Sr. Garzón, le queda todavía que sus excompañeros de profesión se pronuncien en el caso abierto por los nietos de los que dispararon a la gente que ahora se encuentra desperdigada en fosas comunes en cunetas de carreteras o bajo muros de piedra. Vaya panorama.
Tal vez ahora, ciudadano Garzón, liberado de sus obligaciones en la judicatura, no estaría demás que se indignase y siguiera su lucha pero desde una trinchera diferente. Sin olvidar sus asuntos y llevándolos hasta donde haga falta. Porque para los que compartimos una serie de valores en nuestro ideario, tales como la justicia, la libertad, la igualdad, la equidad, para los que consideramos imprescindible cambiar el sistema, pero aprovechándonos de las herramientas que éste permite, para los que no terminamos de encontrar el punto de referencia válido para alcanzar esa finalidad, sería bueno que determinadas personas con peso y calado en la sociedad se involucrasen en proyectos tendentes a este fin.
Sr. Garzón, todo lo peleado hasta ahora, ha servido para mucho. Usted sabe que hay otros caminos para conseguir los objetivos. Le han cerrado uno. Abramos otros. Porque aún nos queda la ilusión de cambiar las cosas.